domingo, 29 de mayo de 2011

Budismo Zen - Pinturas. Poesía

Shunso: Daruma


Torei Calligraphy: Red Daruma


Nantembo Calligraphy: Monks



  • Ikkyû Sôjun - Sonrin, "Bosque Venerable"

Solía alimentar a un pequeño gorrión al que tenía mucho cariño, pero un día, súbitamente, murió. Cuando me enteré, sentí una pena tremenda. Celebré en su honor una ceremonia funeraria como si hubiese sido un ser humano. Al principio lo llamaba Jakujisha, "gorrión asistente", pero después cambié el caracter Jaku ("gorrión") por el de Shaku ("Sâkyamuni"). También le di un nombre póstumo, Sonrin, "Bosque Venerable". Conmemoré el evento con este poema:

Con su llameante cuerpo dorado de cinco metros,

entró en el Nirvana rodeado de árboles sâla.

Escapó de las descreídas manos

que matan o dejan vivir según su capricho.

Mil montañas, diez mil árboles, la primavera en cien flores.

KS, 715

Nombre póstumo: Jap. kaimyô. Un elemento indispensable de toda ceremonia funeraria budista consiste en la transmisión de los preceptos, ya sea de bodhisattva o de monje, junto a la otorgación de un nombre de ordenación.

Cuerpo dorado de cinco metros: Se trata del cuerpo físico del Buda Sâkyamuni establecida por la iconografía tradicional. El poema homologa la cesación del Buda con la del gorrión Jakushaku.

Trad. Pedro Castro Sanchez








Hakuin: Hotei bag


Mokurai: Enso


Hakuin: Tray garden



  • Ikkyû Sôjun (1394 - 1481) - Poema sin título

Bajo los árboles, entre rocas, una rústica choza.
Mano a mano, poemas y sutras.
Podría quemar las páginas que guardo bajo mi hábito,
pero, ¿cómo olvidar las canciones escritas en mi corazón?



Traducción: Pedro Castro Sánchez









Kogan: Zen bull


Kogaku Soen: Enso



  • El vehículo supremo

Me han pedido que explique el vehículo supremo del Zen pero, si lo hiciera, los sabios, budas y maestros se alejarían.

¿Por qué? Porque todos somos uno con los budas de antaño.

¿Ustedes lo creen?

Si de verdad lo creen, dispersémonos y que cada uno siga su propio camino.

Si no se marchan, los seguiré engañando.


Maestro Yangqi Fanghui (993-1046)








Torei Calligraphy: Mu


Torei: Zen jewel



  • Dogen (1200-1253) - Uji: Ser-tiempo

A veces de pie en la cima de la más alta cúspide,
A veces moviéndose en el fondo del más profundo océano,
A veces tres cabezas y ocho brazos,
A veces los diez y seis pies o los ocho pies del cuerpo dorado,
A veces un báculo, o un matamoscas,
A veces un pilar, o una linterna de piedra,
A veces el tercer hijo de Chang o el cuarto de Lee,
A veces la Tierra y el Espacio.

"A veces" (uji) significa el tiempo es existencia y la existencia es tiempo. Un cuerpo dorado de diez y seis pies es tiempo; y porque es tiempo, posee el brillo resplandeciente del tiempo. Debemos de entender esto como las doce horas del día, simplemente. Las tres cabezas y los diez y ochos brazos son el tiempo mismo. Y porque son el tiempo son inseparables de las doce horas del día.

Aunque no calculemos las doce horas del día como cortas o como largas, próximas o lejanas, de todos modos las llamamos las doce horas del día. Porque el ir y venir del tiempo son obvios, nadie duda de ello. Nadie duda pero esto no significa que entienden. Nuestras dudas como seres sintientes, acerca de esto o de aquello, no son nunca las mismas. Por lo tanto, el tiempo pasado de nuestras dudas no siempre coincide con lo que dudamos ahora. Aún así, las dudas no son más que tiempo.

La manera en que uno mismo se forma es la forma del universo entero. Cada cosa en el mundo es un "momento del tiempo" (ji-ji: tiempo-tiempo). Las cosas no se obstruyen entre sí, los momentos del tiempo nunca son un obstáculo el uno para el otro. Hay mentes hechas en el mismo momento del tiempo y hay momentos del tiempo en los que la misma mente se hace. Lo mismo sucede con la práctica y la realización. Es así como uno mismo formándose a sí mismo se ve a sí mismo. He ahí el entendimiento de que uno mismo no es más que tiempo.

Hay que entender que de esta manera hay innumerables formas y cientos de hierbas a través de la Tierra entera; y que, sin embargo, cada forma y cada hierba es la Tierra entera. Esto hay que entenderlo, pero en la práctica, desde la práctica. Cuando se está en el ámbito concreto de eso (inmo), sólo hay hierba y forma, sólo hay entendimiento de la forma y "no entendimiento de la forma", entendimiento de la hierba y "no entendimiento de la hierba". Y puesto que no hay nada más que justo este momento (shoti imuro ji), ser-tiempo es el tiempo del universo entero. Ser-tiempo y ser-forma no son más que tiempo. La totalidad de la existencia, la totalidad del universo existen en cada momento del tiempo. Nada se aparta ni se queda fuera del universo en este preciso momento. Observad y meditad profundamente en eso.

Aún así, una persona que no entiende el Buddha-dharma y oye hablar de la expresión "ser-tiempo", piensa para sí de esta manera: A veces llego a ser un demonio furioso de tres cabezas y ocho brazos; y otras llego a ser los diez y seis pies u ocho pies del cuerpo dorado del Buddha. Es como habiendo cruzado los ríos y subido las montañas: aunque las montañas y los ríos existen todavía yo pienso que los he dejado atrás, y que ahora resido en el "preciado palacio" y en la "torre de bermellón". Y me digo que aquellos ríos y aquellas montañas están tan lejos de mí como el cielo de la tierra. Pero resulta que las cosas no son tan simples. En el tiempo en el que las montañas fueron escaladas y los ríos atravesados vosotros estabais presentes. El tiempo no está separado de vosotros. Y así como ahora existe, el tiempo jamás se aleja; así como el tiempo no está marcado por el ir y venir, el momento en el que ascendisteis a las montañas es el ahora mismo (nikon) de lo que el tiempo es. ¿Acaso este ser-tiempo no se engulló el momento de ascender la montaña y el momento en el que residisteis en el preciado palacio y la torre de bermellón? ¿Acaso este ser-tiempo no devolvió, al modo de un vómito, este mismo ahora del ser-tiempo?

Tres cabezas y ocho codos son el tiempo de ayer. Diez y seis u ocho pies son el tiempo de hoy.

De todas maneras, la verdad de ayer y hoy se manifiesta, simplemente, en el momento en el que entrando a las montañas, yo veo en torno a mí los miles y miles de picos de las montañas.

Y es así como lo que pasa nunca pasa. Por tanto, seis cabezas y ocho codos son también mi ser-tiempo en un mismo momento. Aunque parezcan lejanos, ellos son el ahora mismo. Diez y seis u ocho pies son también mi ser-tiempo en un mismo movimiento. Aunque parezcan muy, muy lejanos, ellos son el ahora mismo. Del mismo modo, el pino es también tiempo, el bambú es también tiempo.

No debes pensar que el tiempo meramente vuela y se escapa. No debes pensar que el vuelo del tiempo es la única función del tiempo. Si el tiempo, sin más, volara entonces no habría más que intervalos entre "ayer" y "hoy", y tu estarías separado del tiempo. La razón por la cual no comprendéis el sendero del tiempo es porque consideráis que el tiempo no hace más que pasar.

En suma, los seres de todos los universos, aún siguiéndose los unos a los otros, en realidad no son más que momentos de un mismo tiempo. Y puesto que todos los momentos son ser-tiempo, tu eres ser-tiempo.

Ser-tiempo tiene el don de la regeneración: hoy regenera el mañana, hoy regenera el ayer, hoy regenera hoy, mañana regenera mañana. Porque la regeneración es el don del tiempo, no puede haber acumulación de los tiempos antiguos y de los tiempos presentes. Seigen es tiempo también. Obaku también es tiempo, Kozein y Sekito también son tiempo.

Puesto que unos y otros son siempre tiempo, la práctica y el despertar son simultáneamente tiempo. Enlodarse y entrar en el agua son igualmente tiempo. A pesar de que las maneras de ver de la gente común, así como las causas de estas maneras, son lo que son, en el momento en que ven, esto no es el dharma de la gente común. Es sólo el dharma de la gente común lo que condiciona a la gente común [a ver de esa manera].

Como la gente común piensa que este mismo ser y este mismo tiempo están fuera del dharma, ellos creen que el cuerpo dorado del Buddha de diez y seis pies no son ellos mismos. Esta ceguera de cuando dicen que no son el cuerpo dorado de diez y seis pies del Buddha es, de hecho, también un fragmento de ser-tiempo. Los que todavía no habéis entendido esto, ¡abrid los ojos! ¡Abridlos! ¡Despertad!

El caballo y la oveja, en orden de sucesión en el mundo son ahora lo que son, en su condición de dharma que aparece y desaparece. La rata también es tiempo. El tigre también es tiempo. La vida también es tiempo. El Buddha también es tiempo.

Justo en este momento, tres cabezas y ocho codos despiertan el universo entero. El cuerpo dorado de diez y seis pies despiertan el universo entero.

Cuando el universo es el universo entero, entonces lo impecable se actualiza y se hace evidente. Cuando el cuerpo dorado de diez y seis pies es el cuerpo dorado de diez y seis pies, entonces la motivación~la práctica~la sabiduría~el nirvana se nos revela. Esto es el ser. Esto es el tiempo. El tiempo entero es el tiempo completo. A parte de esto, no se podrá encontrar otro dharma, otra manifestación, otro fenómeno.

Puesto que todo dharma de más está de más, aún el ser-tiempo de una semi-impecabilidad es semi-impecablemente ser-tiempo. Aún lo que aparece como mitad impecable es, de hecho, tiempo completo. Aún más: desde un punto de vista primordial, aunque la mitad se revele tarde o temprano, no se trata de otra cosa que del momento oportuno (juhoi) de ser-tiempo. Todo dharma se encuentra en su propia condición, repleto de vida, repleto de energía.

No os dejéis perturbar por la nada. No pretendéis hacer de esta nada un ser.

Si creéis que el tiempo no hace más que pasar, entonces todavía no entendéis que el tiempo nunca llega ni nunca se aparta. Y aunque entender es tiempo, que entendáis el tiempo o no, nada tiene que ver con el tiempo. No viendo del tiempo más que su ir y venir, la bestia no puede tener la experiencia del ser-tiempo de los dharmas en un momento justo (juhoi), y menos aún traspasar la barrera.

¿Pero quién, luego de haber entendido lo propio y lo justo de cada momento [de los dharmas], podría hablar de eso (inmo) de cada momento? Y aún si alguien ha entendido, y después de mucho tiempo, pudiera hablar de eso, seguiría buscando como si buscara su rostro original en medio de la oscuridad.

Si os atenéis a lo que la gente común piensa del ser-tiempo, entonces el despertar~nirvana no sería más que el ir y venir de ser-tiempo. Absolutamente ninguna trampa, ni redes algunas, pueden impedir la aparición (senjo) de ser-tiempo.

Apareciendo ya sea a la derecha, apareciendo ya sea a la izquierda, los reinos celestes y los seres celestes son la combustión total (jinriki). Pero además, como si esto fuera poco, todo ser-tiempo vivo entre las aguas y sobre la tierra, aparece en virtud de mi combustión total en justo este momento.

Las especies y las criaturas diversas que son ser-tiempo en los reinos de yin y de yang aparecen todos gracias a mi combustión total, a la regeneración de esa misma combustión. Hablando de regeneración no creáis que se trata de cualquier cosa que, como el viento y la lluvia, pasa del este al oeste. El universo no está ni en movimiento ni en reposo, ni progresando ni en regreso. El universo es pura regeneración.

La regeneración es como la primavera. La primavera tiene muchas caras. A esto se le llama regeneración. Hay que entender que la regeneración se regenera sin ningún soporte externo. Por ejemplo, la regeneración de la primavera invariablemente regenera la primavera. Aunque la regeneración en cuanto tal no sea necesariamente la primavera, puesto que se trata aquí de la regeneración de la primavera, la regeneración de la primavera alcanza ahora el despertar justo en la primavera. Estudiad esto con todo detenimiento.

Hablando de regeneración, si pensáis que las condiciones de regeneración existen fuera de nosotros mismos, que el "yo" de la regeneración por sí mismo le da la cara al Este, atravesando los cientos de miles de mundos y los cientos de miles de kalpas, esto significa que no os dedicáis lo suficiente a la práctica del Buddha-Dharma.

Un día, siguiendo el consejo de Musai Daishi, Yakusan Kodo Daishi visitó a Kozei Daijaku Zenji y dijo:

"Los tres vehículos y las doce divisiones de la enseñanza yo las entiendo. Ahora bien, ¿qué significa la expresión ‘Bodhidharma viniendo del Oeste’?"

Daijaku Zenji respondió así:

"A veces yo le hago levantar las cejas y le hago hacer un guiño.
Ser-tiempo.
A veces, yo no le hago levantar las cejas ni le hago hacer un guiño.
Ser-tiempo.
A veces, hacer-le levantar las cejas y hacer-le hacer un guiño está bien.
Ser-tiempo.
A veces, hacer-le levantar las cejas y hacer-le un guiño está mal.
Ser-tiempo."

Escuchando esto, Yakusan cayó en cuenta y despertó. Y le dijo a Daijuku:

"Cuando estaba con Sekito, yo era como un mosquito montando un toro de hierro."

Daijaku se expresa de una manera poco común. Cejas y ojos son océanos y montañas porque las montañas y los océanos son ojos y cejas. La enseñanza de "hacer-le levantar las cejas" es ver las montañas. La enseñanza de "Hacer-le hacer un guiño" es fundar un océano. Lo correcto le es familiar. El está cubierto por la enseñanza. Lo incorrecto no está sin enseñanza ni sin él. Sin enseñanza y sin él no es algo incorrecto. Todo esto es igualmente ser-tiempo.

La montaña es también tiempo. El océano es también tiempo. Si no fueran tiempo no habría ni montañas ni océanos.

Entendimiento y palabras son, lo uno y lo otro, ser-tiempo. Hay y no hay son, lo uno y lo otro, ser-tiempo.

Aunque penséis que el tiempo de haber no ha llegado todavía, debéis saber que el tiempo de no haber está ya ahí. El entendimiento es el asno, las palabras son el caballo: haced del caballo las palabras y del asno el entendimiento. El haber no llega, el no haber no está por venir. Así es el ser-tiempo.

El haber obstruye el haber, pero no obstruye el no haber. El no haber obstruye el no haber, pero no obstruye el haber. El entendimiento no es más que entendimiento, así que no veáis más que entendimiento. Las palabras no son más que palabras, así que no veáis más que palabras. Obstaculizar no es más que obstaculizar, no veáis entonces más que obstaculizar. El obstaculizar obstruye el obstaculizar. Eso es ser-tiempo.

Aunque el obstaculizar sea utilizado por los otros fenómenos [dharmas], no hay un obstáculo que obstaculize a los otros fenómenos [dharmas].

Yo lo encuentro.
El se encuentra.
Yo me reencuentro.
El reencontrar encuentra el reencuentro.

Sin el tiempo, eso no podría ser de ninguna manera.

Es más, el entendimiento es el momento de actualizar el asunto fundamental. Las palabras son el momento de traspasar la barrera. Existe el tiempo de abandonar el cuerpo; no hay el tiempo de ser uno ni de separarse de uno.

Es así como debéis practicar y aceptaros. Es así como debéis ser-tiempo. Los antiguos maestros ya han dicho eso. ¿Acaso hay algo más que entender?

Pues sí. Por lo que digo:

Hay casi-entendimiento, y casi-palabras. Eso es ser-tiempo.

No hay ni siquiera un casi-entendimiento ni unas casi-palabras. Eso es ser-tiempo. Vuestra práctica y vuestro cuestionamiento deben de hacerse de esa manera.

"Enseñar-le a levantar las cejas y a hacer un guiño: casi ser-tiempo.
Enseñar-le a levantar las cejas y a hacer un guiño: falso ser-tiempo.
No enseñar-le a levantar las cejas ni a hacer un guiño: casi ser-tiempo.
No enseñar-le a levantar las cejas ni a hacer un guiño: ser-tiempo dos veces falso."

Que eso sea yendo, que eso sea viniendo, que eso sea haber, que eso sea no haber: debéis entender que, de todas las maneras, el tiempo es ser-tiempo.





Esta traducción se ha hecho en consulta con la siguientes ediciones de las obras del maestro Dogen: Moon in a Dewdrop (Kazuaki Tanahashi: North Point Press, San Francisco 1985), Shobogenzo, Libro I (Gudo Nishijima & Chodo Cross: Windbell Publications, Tokyo 1994) y Shobogenzo Uji, edición limitada de 50 ejemplares en francés, inglés y acompañada de la escritura original en ideogramas sino-japoneses (Eido Shimano Roshi & Charles Vacher: Paris, Editorial "encre marine" 1997). Que sepamos ésta es la primera traducción al español de Uji, opúsculo 11 del total de 95 que completan la edición del Shobogenzo (Tesoro del verdadero ojo del dharma), según la ordenación cronológica hecha entre 1688 y 1703 por el maestro Hangyo Kozen. Esta versión se ha querido hacer sin notas al calce y sin comentarios, de tal manera que el lector o la lectora puedan concentrarse directamente en el texto. Sólo hay que tener en cuenta que para Dogen la escritura es parte de la práctica meditativa y que, por lo tanto, las palabras, el lenguaje o la escritura no son ni un estorbo ni tampoco meros instrumentos para la experiencia de la iluminación.

lunes, 23 de mayo de 2011

Alberto Laiseca - relato y poemas chinos




El jardín de los monstruos magnetofónicos



Dionisios Kaltenbrunner fue el primero, en realidad, que inició estudios serios sobre plantas magnetofónicas. En una sección del campo de concentración que rigió durante breve lapso (nueve meses: el tiempo de la gestación), hizo instalar un pequeño jardín botánico y dio orden de que los interrogatorios, así como las vivisecciones de prisioneras o los experimentos científicos más exuberantes, tuviesen lugar en dicho jardín para que las plantas los oyesen. Además las sesiones fueron grabadas y, posteriormente, día y noche se las volvían a hacer escuchar a dichas plantas; así, en esa forma, les ocurriría lo mismo que a las gallinas, las cuales ponen más huevitos si oyen música clásica.

Los representantes del reino vegetal, terminaron por volverse magnetofónicos también ellos, y ya tenían las cintas magnéticas grabadas dentro suyo, por la ley de la equivalencia energética de los diferentes y comunicados sistemas mágicos.

Paralelamente a todo ello dieron a las plantas alimentos especiales para que sus savias corriesen más rápido; tal era idéntico a grabar a mayor velocidad: si aumenta el número de vueltas de la cinta por unidad de tiempo, más precisa obtenemos la voz; esto es: al incrementar en la savia el número de señales que se correspondiesen con sonidos -al agregar nuevas medidas- agigantaríase la precisión de lo escuchado por ley de errores de Gauss..

Así pues las plantitas, ya vueltas francamente magnetofónicas, proferían en medio de sus deleitados chillidos todo lo que les habían enseñado. Innecesario es decir, cada día estaban más altas y gordas, y los frutos jugosos, enormes y magníficos; hasta en las que tradicionalmente no los ofrecían, por su particular especie. Como los olmos, por ejemplo, que antes no daban.

Tuve una sola oportunidad para observar el meritísimo jardín del Teknocraciamonitor de las I doble E Dionisios Kaltenbrunner, aquel bienhechor. Yo le había rogado mucho; hasta el cansancio de ambos, lo reconozco: "Pero mi Teknocraciamonitor..." "Yo sería tan feliz si usted..." Por fin accedió, aunque no de la manera que yo imaginaba.

Furioso ante mi insistencia, extrajo de su uniforme una tenaza de enormes dimensiones. Me puse lívido. Comprendí al momento que se disponía a privarme de mis pudendos testiculines. No pude impedir que mi mano derecha descendiera en supuesta defensa, sobre la zona en litigio. El subconsciente, a veces es tonto y nos descubre.

Me equivocaba sin embargo y por suerte, ya que su intención no era la imaginada. No obstante esbozó una leve sonrisa al ver mi gesto automático y por un momento dudó. Para mi dicha su decisión consistió en no dejarse influenciar, ateniéndose a su primera idea: apretar con ferocidad y tenaza, una de mis orejas.

Así, en tan incómoda posición, fue llevándome -sin reparar en mis gritos y tropezones-, a dar con gran velocidad una vuelta por el lugar. Cada tanto me obligaba a detenerme ante una de sus preferidas, sin por ello soltarme, al tiempo que farfullaba "¿La ve? ¿la ve?", o si no: "¿Le gusta? ¿le gusta?" y, siempre con su tenaza enganchada en mi oreja, nos trasladábamos hasta la próxima acompañando el paseo con bofetadas, testarazos y cachetes, que aplicaba con su mano libre; o bien, cada tanto, recibía el homenaje de un disciplinario hecho con alambre de púa trenzado con ortigas, que solía llevar colgado de su cinturón. Cada golpe lo acompañaba vociferando alguna cosa -lo absurdo de las palabras utilizadas, me conmovían más que los latigazos-: "¡Gitanerías!, ¡cosquillas!, ¡embelecos!, ¡arrumacos!, ¡cucamonas y carantoñas!".

Ignoro cómo salí vivo. Pensé que iba a transformarme en magnetofónico a mí también.

Pese a la falta de bienestar promovida por la situación, algo vi y recuerdo. Una parte de las plantas eran altísimas, verdaderos árboles. Había otras diminutas. Todas ellas tenían algo en común: no es que comieran, exactamente -al menos no me consta-; más bien daban la impresión general de poder hacerlo. En los capullos de algunas, observé dientecillos.

Ciertas flores se expresaban mediante enormes volúmenes rojos. Otras propagaban amarillos resplandecientes, entre verdes cristalinos y hojas como agujas. No faltaban las completamente grises, de tonos monocordes, sostenidos y continuos, ausentes de ellas toda presencia terrenal; como si fueran plantas marcianas o de las selvas venusinas.

Vi una especie de maíz, con mazorcas marrones, trilobuladas, surgiendo entre espectrales hojas de terciopelo azul.


Los aromas de todas ellas eran densos, como si pertenecieran a esencias concentradas. Jamás olí nada igual pero, cosa extraña, daban la sensación de algo familiar.

Mucho me habría gustado tomar unas instantáneas, pero esto fue imposible. "Saque fotos; saque, saque", me animaba el Teknocraciamonitor mientras proseguía llevándome de la oreja, transformada a esa altura en salchichón, si tenemos en cuenta su color, olor, sabor y volumen. "Saque fotos". No lo hice pues temí que con tanto traqueteo la imagen saliera movida. En fin. Mala suerte.

Muy condescendiente y ya fuera del vergel, me pregunto el comandante: "¿Desea algo mas?" "Sí: irme". Por suerte ese día estaba de un humor excelente y cedió con indulgencia ante mi requerimiento. Incluso me devolvió la oreja.

Ahora la tengo sobre mi mesa, como un pisapapeles; como hizo Stalin con el cráneo de Hitler. Temo que algún día manijeado la confunda con un orejón y me la coma.

Lamentable, la indigestión. Muy lamentable.



En Matando enanos a garrotazos








Una frase que obliga a la reverencia


La dura princesa Wu pidió una canción.
Muchos han muerto ya, procurando satisfacerla.
Grande es el premio, empero:
su propia mano
Por la posibilidad de su sonrisa festiva,
mueren uno tras otro.
Cantó un joven poeta;
fuerte y vigoroso, pese a su juvenil carencia.
La princesa Wu
chasqueó los labios
como una muerte china.
"Castigad la desfachatez de cantar mal."
Como un juego, con alegría,
entregó al joven a sus verdugos,
para que lo transformaran en un niño sangriento.
También cantó un adulto guerrero;
con tal ingenio, que movió sus batallas hasta la poesía.
"Tu canción me gustó bastante más.
No lo suficiente, empero.
Tendré para contigo la piedad de la naturaleza.
¿Cuándo has oído que el lobo hambriento sea perverso?
Dadle una muerte rápida."
Pero él, desprendiéndose de sus guardias,
se arrojó a un abismo,
deslizando su cuerpo sobre el arpa de las rocas.
Ella movió la cabeza en raro gesto.
"Cayendo hizo música, pero ni aun así me convence.
Preparadle un sacrificio crematorio.
Pero no a su cuerpo,
que ahora está siendo destruido
por los pequeños lavadores de seda.
Quemad una imagen de papel,
previo escribir en ella su nombre.
Así tendrá doble muerte,
como el final abrupto de un segundo sueño.
Ponedlo dentro de una armadura completa y sepultadlo.
En esta forma se mezclará con el hierro,
y poco a poco adquirirá la fortaleza
que le faltó en el último instante."
Por fin vino un sabio arpista.
El músico atrevióse a mirar a la joven princesa Wu.
Ella estaba inmóvil y sin embargo,
pintaba huesos con laca.
El artista sonrió.
Ella dijo:
"Un joven de veinte años es muy tonto.
En su conversación siempre está la disonancia
o el ruido inesperado.
Un hombre de treinta es más tonto aún.
Pretende superarme pero no tiene edad suficiente.
Me parece haberte visto antes.
De cualquier manera,
un anciano de cuarenta es demasiado viejo.
¿Cómo podría conmover mi corazón?
Deberás cantar tres veces mejor
que el centro de los otros.
Pronuncia entonces la frase
que me obligue a la reverencia".
"Ellos murieron por no comprender a tiempo,
princesa Wu,
que tú, bajo tus ropas,
estás desnuda."


Shen Kuci. Reino de Ch’u



Poemas chinos, 1987










La Gran Muralla

No es su costumbre,
pero la garza amarilla desplegó sus alas e inició anoche un vuelo nocturno.

No es frecuente en China;
pero a veces ocurre que alguien desarma la Gran Muralla
para que el corazón quede expuesto
y pueda volver a amar.

Yuan Ho. Dinastía Han.


Despedida flotante

Hace once años que partiste.
Nadie toca ese laúd pintado de rojo
pero yo todavía escucho su despedida flotante.
Los caballos pasaron ayer frente a la casa donde vivo;
sin embargo, el coral aún tintinea sobre mi mesa.
La tarde no ha terminado
y el campesino sigue empeñado en el arrozal.
Ni la más severa disciplina logró dispersar la niebla de la mañana,
que conservo en el hueco de mi mano.

Yang Ch'eng. Dinastía T'ang.


El rey Ch'in quema libros y contruye murallas


El rey Ch'in quema libros y contruye murallas;
pero la nieve de las cuatro montañas aún no se ha fundido,
pese al estío.
El rey Ch'in lleva un trozo de jade desde su nacimiento;
pero entre los cañaverales una mujer ha parido.
El rey Ch'in ha escrito la Historia, con finos caracteres,
sobre papel de arroz;
pero Confucio dijo: "Odio el color púrpura
porque se confunde con el color rojo".
Los emperadores Yao y Shun, sonríen.

Yen Ts'anglang. Dinastía Ch'i.


El recuerdo de tu sonrisa

El rocío aumenta el peso de mi túnica.
El sueño danza lejos de mí
ignorando la entrada que le proponen mis ojos.
Sin embargo es preciso que descanse esta noche,
pues mañana deberé cruzar ese desierto de bambúes de arena.

Casi no tengo agua,
pero el recuerdo de tu sonrisa
puede cambiar la desesperación y el destino.

Cho Tang. Dinastía Chin.


Ayer, no estabas

Oigo la abominable música de Cheng.
Su disonancia convierte mi alma en Reinos Combatientes.
No es música del cielo ni del mundo terrenal.
Detesto la pintura de Foh,
porque sus masas intencionalmente mal balanceadas
arrojan a un Mundo Amarillo.
Veo huecos fundidos
que con insolencia arguyen contra las formas.
Maldigo los excecrables poemas de Tut,
porque dan bríos al puñado de arena del centro del oasis;
así, la mancha en la cosecha crece
hasta tomar dimensiones gigantescas
y la pasta del fondo adquiere magisterio sobre el agua clara.
Ayer, no estabas.

Chung Tshia. Ducado de Ts'in.


El crecimiento de las grandes aguas

Por ti me he vuelto extravagante
como un diablo extranjero.
Miro tus ojos y veo florestas oscuras con algo de amarillo.
Senos infantiles pero de inmensos vértices;
pies diminutos y perfectos.
Entre tus piernas una pequeña Diosa China desnuda.
Cuán clamoroso el brote de bambú,
el marfil rosado,
con que la deidad se corona
como atributo divino.
Me fascina tu pelo negro
sobre la convulsión marrón de los tapices.
Pero Grandes Oídos captan el roce de los dedos
antes de que éstos lleguen a tocar la piel.
Te miro en público y mi corrección se altera.
Sé demasiado bien que múltiples ojos lo registran,
mientras las verdes aguas de la vergüenza
amenazan tragarnos.
No comprendo por qué,
a causa de mi condición femenina,
y de tu Origen Celestial,
sería mal visto si dijese
que eres encantadora.

Poema escrito por una cortesana desconocida del palacio de Nancia a la Reina.


Arreglos de paisajes en miniatura

Tomo un puñado de tierra y hago creer a quien mira,
que se trata de una montaña.
Ella toma una copa labrada, llena de agua,
y la convierte en un río.
Ayer la vi
y acordamos transformar algo entre los dos
para burlar a los Seis Demonios del desierto.

Ho Yuan Chen. Dinastía Legendaria.


Conociendo a una persona antes del momento adecuado

Pocas desgracias pueden ser tan formidables,
como la de estar deslizado en el tiempo.
Cinco años puede ser todo lo que hace falta
para la diferencia entre el horror y la felicidad.

Ho Yuan Chen. Dinastía Legendaria.


Pequeño gorrión

Mi amada no conoce jaulas;
va y vuelve cuando se le ocurre.
No te cantaré cuando te hayas ido,
pequeño gorrión salvaje.
Te canto ahora que me amas.

Shen Chin. Dinastía Wei


El trueno de la seda

Escucho el trueno de la seda,
miro el brillo deslumbrador de una piedra opaca,
y huelo las escamas del pez de madera.
Sin embargo, no supe sentir a tiempo tu corazón.
Lu Ch'iu. Dinastía Hsia.


Bajando el opuesto

Insinúas con tu actitud
que mi excesivo interés te inspira rechazo.
Pero el movimiento es siempre un punto de vista.
Yo digo que es la terraza la que baja su vuelo
alejándose de la grulla.

Tsé Fung Tsi. Reino de Chou


Tres años

Hay un momento donde más muerta está la ilusión
de eso que, desesperados, conseguimos en sueños.
No mucho después,
sino en el instante del despertar.
Abro los ojos luego de un sueño de tres años.

Cho Tang. Dinastía Chin.


En aguas bajas

Mis poemas antes tenían
toda la profundidad de la superficie.
Ahora tienen toda la superficialidad
de lo profundo.
Yo sé de la molicie que espera en las aguas bajas.

Shen Chin. Dinastía Wei.


La concubina

Ella, desnuda, se expone ante mí,
en una variedad de su invitación clásica.
Yen Ts'anglang. Dinastía Ch'i.



En Poemas Chinos, 1987

viernes, 20 de mayo de 2011

Séneca - Una inquieta pereza




Conviene reformar los paseos, que en muchos hombres son tan continuos que andan siempre vagando por las casas y teatros, ofreciéndose a los negocios ajenos, remedando a los que siempre están ocupados. Y si preguntas a alguno de éstos cuando sale de casa, a dónde va o en qué piensa, te responderá: «Por Dios que no lo sé; visitaré a algunos y haré algún negocio.» Van sin determinación buscando ocupaciones; y sin hacer aquello que habían determinado hacen lo que primero se les ofreció: su paseo es vano y sin consejo, como el de las hormigas que suben por los árboles, y después de haber llegado a la cima bajan vacías al tronco. Muchos son los que pasan la vida semejante a éstas, pudiendo con razón llamarla una inquieta pereza. De otros tendrás compasión, como de personas que corren en un incendio, que atropellando a los que encuentran se despeñan y los despeñan. Estos tales, después de haber corrido a saludar a quien no les ha de pagar la cortesía, o para hallarse en las honras de persona con quien no tuvieron conocimiento, o para asistir a la vista de algún pleito, del que es siempre litigante, o a las bodas de quien muchas veces se casa, siguiendo su litera y ayudando en muchas partes a llevarla, cuando vuelven a sus casas con un vacío cansancio juran que ni saben a qué salieron, ni dónde estuvieron, con haber de andar los mismos pasos el día siguiente. Enderécese, pues, tu trabajo a algún fin, y mire a parte segura. A los inquietos y locos no los mueve la industria, muévenles las falsas imágenes de las cosas, porque les obliga alguna vana esperanza; convídalos la apariencia de aquello cuya vanidad no la comprende el entendimiento cautivo. Del mismo modo sucede a los que salen de casa a sólo aumentar el vulgo, llevándolos por la ciudad insustanciales y ligeras ocasiones, y sin tener en qué trabajar los expele de sus casas a la salida del sol; y después de haber sufrido mil encontrones para llegar a saludar a muchos, siendo mal admitidos de algunos, a ningunos hallan más dificultosamente en casa que a sí mismos. De esta ociosidad se origina el vicio de andar siempre escuchando e inquiriendo los secretos de la república y el saber muchas cosas que ni con seguridad se pueden contar, ni aun saberse con ella. Pienso que, siguiendo esta doctrina Demócrito, comenzó diciendo: «El que quisiere vivir en tranquilidad, ni haga muchas cosas en que se singularice, ni se deje llevar con publicidad a las superfluas.» Porque de las que son necesarias, no sólo se han de hacer muchas privadas y públicamente, sino innumerables; pero donde no nos llama la obligación de algún importante ministerio, conviene enfrenar nuestras acciones.


En De la tranquilidad del ánimo

jueves, 19 de mayo de 2011

Entrevistas : Tom Waits a Tom Waits





¿Qué es lo que va mal en el mundo?
Estamos sepultados bajo el peso de la información, que se confunde con el conocimiento; la cantidad se confunde con la abundancia y la riqueza con la felicidad. El perro de Leona Helmsley heredó 12 millones de dólares el año pasado… y Dean McLaine, un granjero de Ohio, ganó 30.000 dólares. Estamos inmersos en una versión gigantesca de la locura que se desarrolla en cada cerebro humano. Somos monos con dinero y armas.

¿Qué es un caballero?
Un hombre que sabe tocar el acordeón pero no lo hace.

¿Qué le pasa en los oídos?
Padezco un astigmatismo auditivo, por lo que oigo algunas cosas mal, tengo ilusiones auditivas. Tengo un emisor de interferencias en el cerebro que recoge lo que oigo, lo convierte en puñetero latín y me lo revierte.

¿Tienes algunas palabras para vivir?
Jim Jarmusch me dijo: “Rápido, barato y bueno, escoge dos. Si es rápido y barato no será bueno. Si es barato y bueno no será rápido. Si es rápido y bueno no será barato. Rápido, barato y bueno… escoge dos palabras para vivir.

¿Qué suele preguntarse?
¿Saben las balas cuál es su destino?
¿Hay un tapón en el fondo del océano?
¿Qué siente un árbol plantado junto a una autopista?
¿Es verdad que Ella Fitzgerald rompió un vaso de vino con su voz?

¿Podría decirme algunos sonidos que le gusten?
Caballos y trenes aproximándose.
Los niños cuando salen de la escuela.
Los pianos de las cantinas de los westerns antiguos.
Una montaña rusa.
Las prensas de una imprenta.
Los coches norteamericanos de los 60.
Las estampidas de elefantes.
El beicon friéndose.
Un mechero Zippo.
Las lechuzas.
Una caja registradora antigua.
La vida está llena de música.

A usted le fascina la ironía. ¿Qué es?
Los fabricantes de Chevrolet estaban desconcertados porque habían advertido que las ventas del Chevy Nova se disparaban en todas partes excepto en Latinoamérica. Al final se dieron cuenta de que “No va” en español significa que “no funciona”. “No va” no es el mejor nombre para un coche en ninguna parte.









¿Cuál es el disco más curioso de su colección?
En los setenta, una discográfica de Los Ángeles sacó un disco titulado “Lo Mejor de Marcel Marceau”. Tenía cuarenta minutos de silencio seguidos por aplausos y vendió bastante bien. Me gusta ponerlo cuando tengo compañía. Sin embargo, me molesta que hablen cuando estoy escuchándolo.

¿Cuáles son las cosas más insospechadas que se han dejado en un guardarropa?
Bueno, Winston Churchill nació en un guardarropa de señoras.

Usted siempre ha disfrutado con la conexión entre historia y moda, háblenos de ello.
Ok, tomemos el bañador de dos piezas, producido en 1947 por un diseñador francés. La vista de la primera mujer con un bañador de dos piezas fue tan explosiva como la detonación de la bomba atómica por los EEUU en la isla de Bikini, en las islas Marshall, de ahí el nombre de “bikini”.

Nombre algunos artistas que han moldeado su vida artística.
Ok, aquí hay unos pocos que me salen ahora: Kerouac, Dylan, Bukowski, Rod Serling, Don Van Vliet, Cantinflas, James Brown, Harry Belafonte, Ma Rainey, Big Mama Thornton, Howlin' Wolf, Lead Belly, Lord Buckley, Mabel Mercer, Lee Marvin, Thelonius Monk, John Ford, Fellini, Weegee, Jagger, Richards, Willie Dixon, John McCormick, Johnny Cash, Hank Williams, Frank Sinatra, Louis Armstrong, Robert Johnson, Hoagy Carmichael, Enrico Caruso.

Nombre algunas canciones que fueron referencias para usted.
Bueno, si me preguntara mañana la lista cambiaría, por supuesto. El segundo preludio de Gershwin, "Pathétique" sonata, "El Paso", "You Really Got Me", "Soldier Boy", "Lean Back", "Night Train", "Come In My Kitchen", "Sad-Eyed Lady of the Lowlands", Rite of Spring, "Ode to Billy Joe", "Louie Louie", "Just a Fool", "Prisoner of Love", "Wang Dang Doodle (All Night Long)", "Ringo", "Ball and Chain", "Deportee", "Strange Fruit", "Sophisticated Lady", "Georgia On My Mind", "I Can't Stop Loving You", "Just Like a Woman", "I'm So Lonesome I Could Cry", "Who'll Stop the Rain?", "Moon River", "Autumn Leaves", "Danny Boy", "Dirty Ol' Town", "Waltzing Matilda", "Train Keeps a Rollin", "Boris the Spider", "You Really Got a Hold On Me", "Red Right Hand", "All Shook Up", "Cause Of It All", "Shenandoah", "China Pig", "Summertime", "Without a Song", "Auld Lang Syne", "It's a Man's Man's Man's World", "Crawlin' King Snake", "Nessun Dorma", "Bring It On Home to Me", "Hound Dog", "Hello Walls", "You Win Again", "Sunday Morning Coming Down", "Almost Blue", "Pump It Up", "Greensleeves", "Just Wanna See His Face" (The Rolling Stones), "Restless Farewell", "Fairytale of New York", "Bring Me a Little Water Sylvie", "Raglan Road", "96 Tears", "In Dreams" (Roy Orbison), "Substitute", "Good Time Charlie's Got the Blues", el tema de Rawhide, "Same Thing", "Walk Away Rene", "For What It's Worth", el tema de Once Upon a Time In America, "Nowadays Clancy Can't Even Sing", "Oh Holy Night", Mass in E Minor, "Harlem Shuffle", "Trouble Man", "Wade In the Water",








1. Pura belleza: manchas de aceite dejadas por los coches en un aparcamiento.
2. Puestos de limpiabotas que parecían tronos, hechos de madera vieja: en Brasil.
3. Una dentadura postiza: en el escaparate de una tienda de empeños en Reno, Nevada.
4. Una gran acústica: en la cárcel.
5. La mejor comida: en el aeropuerto de Tulsa, Oklahoma.
6. Más tiendas de regalos: en Fátima, Portugal.
8. El lugar más inesperado donde encontrar un grupo de chicanos: un concierto de Morrissey.
9. Mayor pobreza: Washington D. C.
10. Un vagabundo con una hermosa voz operística entonando la palabra "bacteria" en un contenedor vacío en Chinatown.
11. Un chino con acento tejano en Escocia.
12. Mejor lugar para dormir: en un cauce seco en Arizona.
13. Mayor número de gente llevando pantalones rojos: San Luis.
14. Los caballos más hermosos: en la ciudad de Nueva York.
15. En 1890 un juez en Baltimore presidía un juicio en el que un hombre acusado de asesinato era había sido declarado culpable y condenado a prisión por el jurado... y le dejó marchar; le dijo al condenado al final del juicio: "Usted es culpable, pero no puedo encerrar a un inocente". El asesino era un gemelo siamés.
16. El pene más largo en relación con su cuerpo: el percebe.

También habla de los artistas que le han influido: Kerouac, Dylan, Bukowski, Rod Serling, Don Van Vliet, Cantinflas, James Brown, Harry Belafonte, Ma Rainey, Big Mama Thornton, Howlin’ Wolf, Lead Belly, Lord Buckley, Mabel Mercer, Lee Marvin, Thelonius Monk, John Ford, Fellini, Weegee, Jagger, Richards, Willie Dixion, John McCormick, Johnny Cash, Hank Williams, Frank Sinatra, Louis Armstrong, Robert Johnson, Hoagy Carmichael, Eurico Caruso.

O de su definición de lo que es un "gentleman": un hombre que sabe tocar el acordeón pero no lo hace.

Genial. El hecho de que no pueda ir a su concierto me hace desear que suceda algo que obligue a suspenderlo. Así de vil y envidioso soy.










Lolo dice que…

Él no canta, expulsa ronquidos a los cuales consigue dar significado.

Es un poeta que no se sirve de pluma, sino de una potente, rota y desquiciante voz, la cual se asemeja a la vida que ha llevado durante muchos años.

Años marcados por un continuo carnaval, del que de vez en cuando se escapaba para respirar, definir sus inquietudes, ladrarlas con música de fondo y rápidamente, volver a zambullirse en el frenético ritmo de su beatífica existencia.

Fue un tiempo que seguramente repartió entre vagabundos, putas, putas a sueldo y golfillos y golfillas entrañables, a lo Dean Moriarty o Chinaski Casasnovas, con los cuales compartió viajes, juergas y excitación demencial.

A continuación tenemos la oportunidad de leer esta entrevista a Tom Waits, hecha por un mongoloide que apenas ha sabido sacar jugo a tan interesante personaje.

¿Por qué eligió Petaluma para vivir?

Yo no vivo en Petaluma.

¿Esto no es Petaluma?

Sí, pero yo vivo en otro pueblo de aquí al lado.

¿Cómo se llama?

Eso no se lo pienso decir, que luego se llena de gente. Invéntese un nombre. Por ejemplo, la Ciudad del Sueldo del Alcalde [nombre de ciudad en su disco Mule variations].

¿Pero por qué eligió esta zona de California?

Vine por el vino, pero después dejé de beber.

¿No era suficientemente bueno?

Sí lo era, pero yo decidí dejar el alcohol.

¿Sabe que todos los amigos a los que les comenté que le iba a entrevistar me propusieron cosas como: llévate una botella de ‘bourbon’ y la bebéis juntos? ¿Le molesta que la gente siga reteniendo la imagen con la que se hizo célebre en los años setenta?

No puedo hacer nada al respecto. Además, yo a sus amigos no los veo a menudo, ¿no? Supongo que es normal que la gente piense que la persona que uno era hace diez años lo siga siendo hoy. Además, yo no dejé de beber, el alcohol me dejó a mí.

Le ha dedicado a ‘Orphans…’ casi dos años.

Sí. Son temas nuevos, temas perdidos, temas huérfanos… Los títulos de cada álbum se corresponden con la música y atmósfera que hay dentro. Son muchos tipos diferentes de líricas, de estilos, de acentos, incluso de voces. Pero ahora me siento más cercano a Bastards.

En Bastards, Waits se regocija en su lado más experimental, acercándose a Captain Beefheart o Lord Buckley, e incluye varios relatos hablados, sin música, chocantes, como Children’s story, un cuento para niños tremendamente cruel o el poema de Bukowski Nirvana. Brawlers se mueve en el entorno del blues, mientras que Bawlers incluye temas compuestos para películas, baladas que arrastran la tristeza que impregnaba su primera época o versiones sucias de temas como el clásico de Leadbelly Goodnight Irene.

¿Ha sido como interpretar a personajes diferentes en las películas?

Sí, es parecido. Necesitas decidir lo que necesita cada canción. Y entonces pruebas. A veces resulta que tu voz suena mejor si intentas parecer una mujer, o si sólo hablas, o si sólo susurras.

En ‘Brawlers’, la canción ‘Road to peace’ habla de la guerra entre israelíes y palestinos. Usted no suele hacer temas políticos…

Se me ocurrió leyendo The New York Times. Iba a tirar a la basura todos esos periódicos con cientos de artículos sobre ese conflicto y no podía hacerlo sin escribir nada sobre el tema.

Si tuviera que escribir una canción sobre Bush, ¿cómo la titularía?

El pequeño hombre con el gran encargo… No sé… El otro día escuché esas cosas que dijo Chávez sobre él. Le llamó demonio… En Estados Unidos, mucha gente piensa lo mismo. Es como una garrapata sobre un caballo que intenta chuparle toda la sangre y se pone tan gorda que parece que va a explotar. ¿Cómo te deshaces de ella? ¿Cómo consigues tirarla por el váter? Todos le odiamos. Es un ladrón, un estraperlista. Está clarísimo, tiene muchos intereses petroleros. Tiene una aguja muy larga, la ha pinchado en Oriente Próximo y está chupando de ahí todo lo que puede.

¿Ha vuelto a grabar en el cuarto de baño de su casa, como en su anterior disco?

Sí. Siempre busco habitaciones que suenen bien, con una buena atmósfera. El secreto está en la acústica de los azulejos… Cada habitación es como un instrumento más. Me gusta descubrir sonidos en todas partes. Son las oportunidades arbitrarias que ofrece la música, que es lo que yo adoro. Cuando alguien arrastra una silla y suena como un autobús frenando. Pasa todo el rato, pero tienes que estar dispuesto a escuchar.

En este álbum también ha utilizado alguno de esos instrumentos obsoletos o inventados que usted colecciona… ¿Me podría explicar qué es un piano borracho?

Supongo que un piano desafinado, o al que le faltan algunas teclas, o al que le ha llovido encima.

De repente, como si alguien hubiera preparado la escena para contestar a la pregunta, Tom Waits se queda mirando a su izquierda, se levanta, se acerca a un mueble que está cubierto con plástico azul y, ¡zas!, descubre un piano de madera hinchado, sucio, mojado y con las teclas desquiciadas: “¡Esto es un piano borracho! Inténtele sacar algún sonido, saldrá como ahogado…”. El piano resplandece en su deterioro en medio del patio polvoriento y olvidado de Little Amsterdam, mientras Tom Waits lo mira embelesado. “Es una lástima…”, balbucea.

Acaba de tocar en Nashville, en Cleveland, en Atlanta, etcétera. ¿Por qué sale tan poco de gira y siempre va a sitios pequeños?

No me me gusta tocar en Nueva York o en Los Ángeles. Me pone nervioso que las primeras 10 filas estén ocupadas sólo por gente de la industria o de la prensa. Busco una audiencia de personas. Pero en esta gira me lo he pasado muy bien. Igual nos volvemos a lanzar a la carretera.

¿Cuándo?

Cuando nos apetezca. Ponga lo que quiera.

Duke Ellington les solía dar a sus músicos descripciones de cosas o personas para que tocaran de una u otra manera. ¿Cómo trabaja usted con los suyos?

A veces les hablas de forma abstracta porque estás describiendo algo que no puedes ver, estás haciendo películas para los oídos y tienes que hablar en imágenes. Les ayuda. Otras veces les das nombres de otros músicos…

¿Esas películas las tiene en la cabeza de antemano?

No, te las inventas en el momento. Yo te podría decir: toca como los ojos del enano subido en los hombros del gigante ciego, o toca como la mujer con cara de mula que baila con el chico cocodrilo. ¡Ponle más púrpura!, ¡demasido marrón!, ¡falta amarillo! ¡Necesito negro para poner amarillo!

Antes mencionó a James Brown. ¿Fue su despertar musical?

Un poco, pero yo escuché música desde niño. Empecé oyendo baladas mexicanas con mi padre y canciones folk en Pomona, la ciudad en la que nací [el 7 de diciembre de 1949].

¿Qué hacía su padre?

Enseñaba español. Yo de pequeño lo hablaba; ahora, muy poco [balbucea en español].

¿Nunca se planteó utilizarlo en sus canciones?

No, pero llevo tiempo intentando convencer a Los Lobos para que me dejen cantar un tema. ¿Conoce esa de “Guadalajara en un llanooo, México en una lagunaaaa?” [cantando]. Es un vals. ¡Punch 1, 2, 3! ¡Punch, 1, 2, 3! [cantando y agitando el puño al ritmo].

¿Qué le llevó hasta la música?

Quería ser parte de esto, tocar era como un sueño. Tener a 3.000 personas esperando a que yo salga, gente chillando… Eso es lo que quería.

Pero también tuvo tropezones. Como telonero de Zappa le abuchearon…

Sí, no les gustaba nada. Pero lo tenía que hacer. Es divertido mirar hacia atrás… No ha sido fácil. Si fuera fácil, todo el mundo lo haría.

Pero ahora todos los jóvenes quieren ser estrellas de rock, estrellas de Hollywood; la televisión lo presenta como algo sencillo. Todas las niñas quieren ser Britney Spears.

Sí, pero ella no es feliz, créame. Tiene dos hijos, está gorda, cabreada con su marido, adicta a quién sabe qué… Está lo que usted ve sobre el escenario y lo que hay detrás. Créame, entre bastidores el mundo es muy feo, está lleno de monstruos. Como los que había en la prehistoria, horribles. No es fácil, la gente no tiene ni idea de lo que pasa fuera del escenario.

¿Cómo es su relación con la música y el cine?

A veces te explican la película: “Esto es una historia de dos tipos que trabajan en una tintorería, y una noche uno pone un petardo en su oreja, y le vuela la cabeza, y aterriza en Kansas, y le meten en la cárcel durante tres años, y después le secuestran y se lo llevan a Canadá, y cuando sale se cambia de sexo y monta un bar, y…”. La historia te parece buenísima, dices que sí, y luego ves la película y es una mierda. Por eso ahora escojo solamente ponerles música si las he visto antes. Es un negocio en el que si quieren tu ayuda es porque no tienen dinero, o porque hay problemas y esperan que tú los arregles. Así que ya sólo lo hago si realmente me apetece.

Como actor, ¿también es tan selectivo?

Debería serlo. Cuando trabajas para alguien, con mucha gente, nunca estás seguro. Eres un violín entre trescientos violines. No estás conduciendo, vas en un autobús. Unas veces es divertido, y otras, una pérdida de tiempo. Pero estás atrapado; una vez dentro, ya no puedes escaparte.

¿Qué es lo que le gusta de actuar?

Me acerco con el mismo planteamiento con el que me acerco a la música: intentando encontrar una cualidad musical en el personaje y en sus palabras. Pero no tengo técnica suficiente como para sentirme relajado haciendo las películas.

Ha hecho varias con Jim Jarmusch. ¿Es cierto que han montado juntos una hermandad, llamada Los Hijos de Lee Marvin, con Nick Cave y John Lurie?

Sí, es cierto, pero no sé quiénes son los miembros. Voy a tener que cambiar toda la normativa, porque se ha colado un montón de chicas…

¿Y cómo se entra?

No se lo puedo decir, hay muchos requisitos, es privado.

¿Y qué hacen cuando se reúnen?

Lo que hacen los amigos cuando se juntan: tomar café, hablar de películas, disfrutar de la compañía. Lee Marvin es sólo el padre espiritual. Pero la organización está en crisis. Jim dejó entrar a varias chicas y ahora la gente empieza a hacer preguntas, como usted. Antes era más como la CIA, ¿entiende? Muy secreta, muy privada. Vamos a tener que replanteárnoslo todo.

¿Le puedo hacer una pregunta más?

Sí, pero después le corto la cabeza.

¿Llegó a conocer a Bukowski?

Sí.

¿Era como se lo imaginaba?

No.

¿Cómo lo recuerda?

Riéndose, bebiéndose un vino tinto, dándole azotes en el culo a su mujer… Lo cierto es que, cuando vas a conocer a alguien, te llevas tu imaginación al encuentro… ¿Soy yo como usted me imaginaba?

No del todo.


[Tom Waits sonríe, se levanta, se pone su sombrero como quien lleva haciéndolo desde la eternidad y se dirige hacia la puerta]. Se lo dije, sobre el escenario y entre bastidores. Personas diferentes.

martes, 17 de mayo de 2011

Voltaire - Sobre Descartes y Newton




Un francés que llega a Londres encuentra las cosas muy cambiadas en filosofía, como en todo lo demás. Ha dejado el mundo lleno; se lo encuentra vacío. En París, se ve el universo compuesto de torbellinos de materia sutil; en Londres, no se ve nada de eso. Entre nosotros, es la presión de la luna la que causa el flujo del mar; entre los ingleses, es el mar el que gravita hacia la luna, de tal forma que, cuando creéis que la luna debería darnos marea alta, esos señores creen que debe haber marea baja; lo que desdichadamente no puede verificarse, pues habría hecho falta, para aclararlo, examinar la luna y las mareas en el primer instante de la creación.

Notaréis además que el sol, que en Francia no interviene para nada en este asunto, contribuye aquí por lo menos en una cuarta parte. Entre vosotros, cartesianos, todo sucede por impulso del que nada se comprende; en el Sr. Newton, es por una atracción cuya causa no se conoce mejor. En
París, os figuráis la tierra hecha como un melón; en Londres, está aplastada por los dos lados. La luz, para un cartesiano, existe en el aire; para un newtoniano, viene del sol en seis minutos y medio. Vuestra química hará todas sus operaciones con ácidos, bases y materia sutil; la atracción domina hasta en la química inglesa.

La esencia misma de las cosas ha cambiado totalmente. No estaréis de acuerdo ni sobre la definición del alma ni sobre la de la materia. Descartes asegura que el alma es lo mismo que el pensamiento, y Locke prueba bastante bien lo contrario. Descartes asegura que sólo la extensión hace la materia; Newton le añade la solidez. He aquí unas, furiosas contradicciones.

Non nostrum inter vos tantas componere lites.

Este famoso Newton, este destructor del sistema cartesiano, murió en el mes de marzo del año pasado, 1727. Ha vivido honrado por sus compatriotas y ha sido enterrado como un rey que hubiera hecho el bien a sus súbditos. Aquí han leído con avidez y han traducido al inglés el elogio que el Sr. de Fontenelle ha pronunciado del Sr. Newton en la Academia de Ciencias. Se esperaba en Inglaterra el juicio del Sr. Fontenelle como una declaración solemne de la superioridad de la filosofía inglesa; pero, cuando se ha visto que comparaba Descartes a Newton, toda la Sociedad Real de Londres se ha sublevado. Lejos de asentir al juicio, se ha criticado ese discurso. Incluso algunos (y esos no son los más filósofos) se han sentido chocados por esta comparación solamente porque Descartes era francés.

Hay que confesar que estos dos grandes hombres han sido muy diferentes uno de otro en su conducta, en su fortuna y en su filosofía. Descartes había nacido con una imaginación viva y fuerte, que hizo de él un hombre singular tanto en su vida privada como en su manera de razonar. Esta imaginación no puede ocultarse ni siquiera en las obras filosóficas, en las que se ven en todo momento comparaciones ingeniosas y brillantes. La naturaleza había hecho de él casi un poeta, y en efecto compuso para la reina de Suecia un divertimento en verso que por el honor de su memoria no se ha hecho imprimir. Intentó durante algún tiempo el oficio de la guerra, y habiéndose hecho después completamente filósofo, no creyó indigno de él hacer el amor. Tuvo como amante a una chica llamada Francine, que murió joven y cuya pérdida lamentó mucho. De este modo experimentó todo lo que a la humanidad atañe.

Creyó durante largo tiempo que era necesario huir de los hombres, y sobre todo de su patria, para filosofar en libertad. Tenía razón; los hombres de su tiempo no sabían lo bastante para ilustrarle y no eran capaces más que de dañarle. Abandonó Francia porque buscaba la verdad, que estaba perseguida entonces por la miserable filosofía de la Escuela; pero no encontró más razón en las universidades de Holanda, a las que se retiró. Pues en la época en la que se condenaban en Francia las únicas proposiciones de su filosofía que eran verdaderas, fue también perseguido por los pretendidos filósofos de Holanda, que no le entendían mejor y que, viendo de más cerca su gloria, odiaban más su persona. Se vio obligado a salir de Utrecht; soportó una acusación de ateísmo, último recurso de los calumniadores; y él, que había empleado toda la sagacidad de su espíritu en buscar nuevas pruebas de la existencia de un Dios, fue sospechoso de no reconocer ninguno.

Tantas persecuciones suponían un gran mérito y una reputación resonante: de este modo tuvo realmente uno y otra. Incluso llegó la razón a despuntar un poco en el mundo a través de las tinieblas de la Escuela y los prejuicios de la superstición popular. Su nombre hizo finalmente tanto ruido que se le quiso atraer a Francia por medio de recompensas. Se le propuso una pensión de mil escudos; vino con esta esperanza, pagó los gastos de la patente, que entonces se vendía, no obtuvo la pensión, y se volvió a filosofar en su soledad del norte de Holanda, en la época en que el gran Galileo, a la edad de ochenta años, gemía en las prisiones de la Inquisición, por haber demostrado el movimiento de la tierra. Finalmente murió en Estocolmo de una muerte prematura y causada por un mal régimen, en medio de algunos sabios enemigos suyos y entre las manos de un médico que le odiaba.

La carrera del caballero Newton ha sido completamente diferente. Ha vivido ochenta y cinco años, siempre tranquilo, feliz y honrado en su patria. Su gran dicha ha sido no sólo haber nacido en un país libre, sino en una época en que las impertinencias escolásticas habían sido barridas y sólo se cultivaba la razón, y el mundo no podía ser más que su alumno, no su enemigo. Una oposición singular en la que se encuentra con Descartes es que, en el curso de una vida tan larga, no tuvo ni pasión ni debilidad; nunca se acercó a ninguna mujer: es lo que me ha sido confirmado por el médico y el cirujano en cuyos brazos ha muerto. Se puede admirar por eso a Newton, pero no hay que censurar a Descartes.

La opinión pública en Inglaterra sobre esos dos filósofos es que el primero era un soñador y que el otro era un sabio. Muy pocas personas en Londres leen a Descartes, cuyas obras efectivamente se han hecho inútiles; muy pocas leen tampoco a Newton; porque hace falta ser muy sabio para comprenderle; empero, todo el mundo habla de ellos; no se concede nada al francés y se da todo al inglés. Alguna gente cree que, si hoy ya no estamos en lo del horror al vacío, si se sabe que el aire es pesado, si se utilizan gafas para acercar, se debe agradecer a Newton. Es como el Hércules de la fábula, a quien los ignorantes atribuían todas las hazañas de los otros héroes.

En una crítica que se ha hecho en Londres del discurso del Sr. de Fontenelle, se han atrevido a aventurar que Descartes no fue un gran geómetra. Los que así hablan pueden acusarse de pegar a su nodriza; Descartes ha hecho tanto camino desde el punto en que encontró la geometría hasta el punto en que la llevó, como Newton ha hecho tras de él: es el primero que ha encontrado la manera de dar las ecuaciones algebraicas de las curvas. Su geometría, que gracias a él ha llegado a ser común hoy, era en su tiempo tan profunda que ningún profesor se atrevió a intentar explicarla, y que no había más que Schooten en Holanda y Fermat en Francia que la entendiesen.
Llevó este espíritu de geometría y de invención a la dióptrica, que se convirtió en sus manos en un arte completamente nueva; y si se equivocó en algunas cosas, es porque un hombre que descubre nuevas tierra no puede de golpe conocer todas sus propiedades; los que vienen detrás de él y convierten esas tierras en fértiles, le deben al menos el mérito del descubrimiento. No negaré que todas las otras obras del Sr. Descartes abundan en errores.

La geometría era una guía que él mismo había formado en cierta forma y que le habría conducido seguramente en su física; sin embargo, abandonó finalmente esa guía y se entregó al espíritu de sistema. Entonces su filosofía no fue más que una novela ingeniosa y todo lo más verosímil para los ignorantes. Se engañó sobre la naturaleza del alma, sobre las pruebas de la existencia de Dios, sobre la materia, sobre las leyes del movimiento, sobre la naturaleza de la luz; admitió ideas innatas, inventó nuevos elementos, creó un mundo, hizo al hombre a su modo, y se dijo con razón que el hombre de Descartes no es en efecto más que el de Descartes, muy alejado del hombre verdadero.

Llevó sus errores metafísicos hasta pretender que dos y dos no hacen cuatro más que porque Dios lo ha querido así. Pero no es decir demasiado afirmar que era estimable incluso en sus desvaríos. Se engañó, pero lo hizo al menos con método y con un espíritu consecuente; destruyó las quimeras absurdas con las que se engañaba a la juventud desde hace dos mil años; enseñó a los hombres de su tiempo a razonar y a servirse contra él mismo de sus armas. Si no pagó con moneda buena, ya es mucho que denunciase la falsa.

No creo que se pretenda, en verdad, comparar en nada su filosofía con la de Newton: la primera es un ensayo, la segunda una obra maestra. Pero quien nos ha puesto en la vía de la verdad vale quizá tanto como el que ha ido después hasta el final de ese camino. Descartes devolvió la vista a los ciegos; vieron las faltas de la antigüedad y las suyas. La carretera que abrió ha llegado a ser, a partir de él, inmensa. El librito de Rohaut ha sido considerado, durante mucho tiempo, como una física completa; hoy, todas las compilaciones de las Academias de Europa no forman ni siquiera un comienzo de sistema: profundizando este abismo, se ha encontrado que es infinito. Se trata ahora de ver lo que el Sr. Newton ha excavado de este precipicio.




Cartas filosóficas, 14ª (1734)

sábado, 14 de mayo de 2011

Ingmar Bergman : Entrevistas






Ingmar Bergman. Ser o no ser

Conversación de Juan Cruz con el director sueco en 1989, que será publicada en su próximo libro 'Toda la vida preguntando'

30/07/2007


Esta con Ingmar Bergman es una de las entrevistas más hermosas y más desgraciadas de mi vida como periodista. La conseguí con dificultad, la hice con desesperanza, terminó como una fiesta, y fue publicada con reticencia. Ahora aparece entera, pero mi redactor jefe de entonces no tuvo en cuenta la importancia implícita que tenía la conversación y la dejó a la mitad, o menos. Yo mismo he hecho barbaridades similares; Jesús Ceberio, mi director durante años en el periódico El País, suele recordar cómo le recorté una entrevista que le hizo a Gabriel García Márquez cuando éste obtuvo el premio Nobel de Literatura; en las redacciones se hacen estas cosas, y sólo el tiempo recupera la memoria del desafuero como una bofetada en el rostro del periodista que sufrió el recorte a un trabajo que le costó sudor o insistencia. Lo que me hizo aquel redactor jefe con aquella entrevista a Ingmar Bergman no es más grave que lo que le hice a Ceberio con el texto de la conversación que sostuvo en México con el autor de Cien años de soledad. Ahora le dedico este libro a Ceberio, y ni así le apagaré la ofensa.

Aquella entrevista a Bergman fue hecha a principios de diciembre de 1989, en Estocolmo, en un momento bastante difícil de mi vida personal; estaba en Suecia con mi hija Eva, para asistir a las ceremonias en las que se iba a coronar como premio Nobel de Literatura a Camilo José Cela, y yo iba allí como enviado especial del diario El País. Un amigo, el periodista de origen húngaro Gabi Gleishman, un tipo simpático y extremadamente eficaz, muy amigo de Knut Ahnlund, el académico que había trabajado para que Cela ganara ese galardón, se había empeñado en que yo tuviera una entrevista con Bergman. El dramaturgo y cineasta más importante de Suecia ?y durante años también del mundo, por la profundidad de su obra y también por su revolucionaria manera de contar en imágenes la soledad y el desamor?no daba entrevistas, eso era notorio, y conseguir una era algo así como un éxito periodístico que sería valorado en cualquier redacción? Gabi quería que yo fuera feliz, también como periodista, y procuró ese encuentro con el ahínco que ponía en todas las cosas que hacía. Así que finalmente la logró, me avisó antes de volar a Estocolmo, y yo fui preparado para la eventualidad de que se confirmara. Finalmente iba a ser el 9 de diciembre, por la mañana, en el Dramaten. Me levanté temprano; la ciudad estaba nevada y gris, mi hija dormía en mi habitación, y yo la miré envidiando el sopor tranquilo que animaba su sueño, y deseando, al tiempo, que se produjera una llamada de última hora señalando que el señor Bergman no podría recibirme? Estaba entonces en medio de una enorme depresión, acelerada, además, por la tensión que había en aquella misión que protagonizaba el premio de Cela y cuya crónica también figura en este libro.

Pero había que ir, y me fui en taxi al Dramaten, junto con Luis Magán, el fotógrafo que me acompañaba en ese viaje y que fue quien luego nos retrató juntos a Gabi y a mi, felices y sonrientes, con Ingmar Bergman.

Cuando llegamos ya nos esperaba Bergman, vestido de verde, apoyado en el quicio de la puerta; entonces me dio la impresión de que tenía la apariencia de un leñador austriaco; sonreía con una felicidad muy diáfana, y nos invitó a sentarnos en torno a una mesa de caoba en cuyo centro había tan solo un frutero del que sobresalían una manilla de plátanos y unas manzanas.

Tardamos muy poco en ponernos ante el magnetófono. En un momento determinado de la conversación él acercó su vista a mis ojos, y descubrió en ellos una especie de arco ?arco senil, parece que se llama técnicamente-, y expresó su asombro por esas características que le parecían insólitas, o nunca vistas por él. Eso le llevó a bromear con la posibilidad de que mis ojos me sirvieran no sólo para acrecentar mi atractivo sino para convertirme en una estrella de cine.

Así que ya habíamos llegado, en el curso de la conversación, a una cierta intimidad afable que él acrecentó con risas y fiestas que se prolongaron hasta el final, cuando le pidió a Magán su cámara y se puso a hacernos fotografías.

Fue un encuentro muy hermoso, muy emocionante; él estaba entonces en un momento difícil de su carrera; ya lo había hecho casi todo, decía, y estaba buscando cómo quedarse en silencio.

Por la noche, después de horas de trabajo en torno a las festividades de Cela, Gabi nos invitó a su casa, con Luis Magán, y allá fuimos. Al recibirnos, nuestro anfitrión me dijo, alborozado:

-Fíjate, ha llamado Bergman y ha dicho que le encantó encontrarte. Pero me dijo que antes de que se hiciera la hora de la entrevista había estado a punto de llamar para cancelar la entrevista. Estaba muy deprimido.

Desde el mismo clima había ido yo. La coincidencia del ánimo siempre se ha quedado grabada en mi memoria como uno de los factores que hace el encuentro con Bergman uno de los más felices de mi vida como periodista.

Lástima que el redactor jefe no se sintiera seducido por completo y dejara la entrevista en casi nada. Claro que eso mismo le hice yo a Ceberio.

Ahora al menos podemos leer entera aquella conversación con Bergman.

PREGUNTA: Es usted muy reacio a que le entrevisten?

RESPUESTA: Sí, es una cuestión de principios. Cuando trabajé haciendo películas tenía que hacer muchas entrevistas y me presionaban para que participara más pero ahora? Ahora quiero proteger mi privacidad y eso significa que se acabaron las entrevistas. Es muy difícil ver a alguien durante una hora. Te puedes encontrar con alguien que no te gusta y tienes que sentarte con ese alguien durante una hora. Lo que sale de allí son simples opiniones y malos entendidos. Si son míos, no hay problema pero si vienen de otra persona sí.

P:Lo que acaba de decir no solo es una declaración a los periodistas sino una llamada al silencio. Como espectador español, siempre tuve la sensación de que algún día usted iba a decir: "Ya no voy a hablar más".

R: Sí. Esto (la entrevista) es puro accidente. Ahora estoy alejado del mundo de las películas y soy un campesino. Solo quiero sentarme en mi mesa a escribir y leer.

P: Esta mañana estaba releyendo el comienzo de su biografía y mi hija, que está conmigo, estaba durmiendo. Todo estaba en silencio. Leía en un silencio absoluto y pensaba que al escribir sus memorias debió encontrarse con el silencio. Me conmovió mucho su biografía por razones personales. Usted es tan apasionado que más que hablar de sí mismo, parece que habla de los demás.

R: Soy un niño. Ya lo dije una vez: toda mi vida creativa proviene de mi niñez. Y emocionalmente soy un crío. La razón por la que a la gente le gusta lo que hago o hacía es porque soy un niño y les hablo como un niño.

P: ¿Se siente usted conmovido al verse a sí mismo en esa postura? ¿Comparte usted sus emociones?

P: Su pregunta es muy ingeniosa e inteligente pero he de decirle que me gusta cuando la gente ve y lee algo que he hecho, siempre que se me escuche con el corazón y con las emociones. En teoría, no tiene mucho que ver con el intelecto. Todo lo que he hecho en mi vida ha sido emocional y lo emocional se lo he entregado a mis películas. Pueden crear emociones para la gente que las ve y recibe. Pero no son mis emociones. A veces, incluso pueden llegar a ser negativas. Lo que detesto es la indiferencia. Cuando conozco a alguien que es indiferente me hace sentirme muy infeliz.

P: Usted es un hombre de palabras y de silencio. ¿Cómo lleva usted eso de usar a otras personas y emplear una técnica, como es la de hacer películas, para poder expresar lo que quiere?

P: No soy un hombre de palabras. Las palabras me resultan muy, muy difíciles. He trabajado durante 50 años y nunca me he fiado de las palabras. Durante mi niñez comprendí que mis padres decían ciertas cosas cuando querían decir lo contrario. Yo se lo notaba en las caras, en los gestos, en las voces. No comprendía lo que decían pero lo sentía. Toda mi vida he pensado que los grandes escritores usan las palabras como un abrigo para sus emociones y a veces las palabras pueden ser muy enigmáticas. Estoy pensando en Ibsen o en Shakespeare. He luchado para comprenderles toda mi vida y cada vez que los leo el significado de sus textos cambia. Ser músico es mucho más simple. Las notas son un instrumento que refleja perfectamente las emociones humanas. Pero cuando tenemos que interpretar palabras, es muy, muy difícil. Ese es el primer obstáculo: las palabras. Luego tienes a los actores y a los técnicos. Tienes que ser muy cuidadoso a la hora de elegir a los actores y a tu equipo porque lo importante es saber entenderse sin palabras. Por eso siempre he trabajado con las mismas personas. Creo que he hecho más de 50 películas y sólo he tenido a tres operadores de cámara.

Cuando estábamos trabajando en Munich, el equipo alemán se sorprendió. Se preguntaban qué hacían todos estos escandinavos trabajando sin hablarse. No teníamos que hablar. Con los actores es diferente. Me llevó mucho tiempo encontrar a actores que fuesen capaces de hablar conmigo sin palabras. necesitaba a gente que me entendiera emocionalmente.

Es como un niño o un perro que no entienden las palabras pero saben cÓmo suenan. No pueden decir nada pero lo entienden perfectamente. Es muy interesante. Poco a poco, encontré a la gente con la que quería trabajar.

P: Esto me recuerda a una anécdota de Samuel Beckett. Él y su amigo, Patrick Whalberg, jugaban al billar todos los días en París. Jugaban durante cinco horas sin decirse nada. Y cuando acababan de jugar, cada uno se iba a su casa sin decir nada.

R: (IB se ríe) Es como la relación que tengo con Sven Nykvist. Hemos trabajado juntos durante más de 30 años y tan solo hemos salido a cenar juntos unas 3 o 4 veces en todo ese tiempo. Le quiero como a un hermano, como a un amigo, pero de nuestras vidas privadas no tenemos nada que compartir. No nos interesa. Por eso entiendo tan bien esa anécdota.

P: Lewis Carroll dijo que quería ver la luz de la vela cuando ésta se apagaba, y cuando se apagaba ni siquiera había vela. ¿Puede existir un mundo sin palabras?

P: Eso sería imposible. Creo que estamos cerca y me da miedo. La Edad Media era una época de imágenes y pocas palabras y creo que estamos cerca de una gran catástrofe si seguimos viviendo en un mundo sin palabras. Ingrid y yo tenemos hijos. Ella tiene 4 y yo 8 así que juntos tenemos 12 hijos. Son mayores y ellos ahora tienen hijos y nos damos cuenta que el lenguaje de nuestros nietos no es tan puro como el de mi generación. Creo que es algo espantoso y hemos de volver al mundo de las palabras porque el mundo ha de vivir hacia fuera no hacia dentro. Aunque a veces nos alejemos de ellas, de las palabras.

R: Pero usted es un buen escritor.

P: Yo no me siento escritor. Para nada. Me siento un hombre de teatro, de películas. A pesar de haber escrito toda mi vida porque escribí todos mis guiones e incluso he escrito guiones para otros, el hacer películas y hacer teatro me resulta más preciso que escribir porque tiene que ver con mis emociones y yo al público no podría dárselas directamente.

Incluso cuando hablo mi propio idioma, siento que no puedo expresarme. Siempre es una tortura cuando escribo porque nunca encuentro las palabras adecuadas.

Me gustaría haber sido músico. Violinista o pianista. Porque ellos ven una nota y la pueden recrear. También hubiese querido ser director de orquesta. Miran la partitura y la pueden aprender de memoria y la pueden llevar consigo a todas partes. Puedes alcanzar cierta precisión.

P: En España hemos visto sus películas y hemos leído sus obras y en general nos parece que son españolas. Usted, que tiene la fuerza de Unamuno, ¿cómo se siente? ¿Universal? ¿Sueco? ¿Español? ¿Cómo es posible que yo pueda ver una de sus películas y piense?: ¡Esto es tan español!

R: Pues no lo sé. Pero me recuerda a cuando estábamos haciendo Escenas de la vida conyugal. No tenía otra cosa que hacer así que empecé a escribir diálogos sobre la convivencia, sobre el matrimonio? Y comenzamos a improvisar. No teníamos equipo ni nada. Lo hicimos en mi casa, que está en una isla. Construimos un establo y filmamos 6 horas de una serie de televisión. No se por qué, pero una vez montado hicimos un pase privado y mi mujer, al verlo, se giró hacia mí con un gesto de dolor y me dijo: "No podemos enseñar esto. Es privado. Tenemos que bajar el tono y dejarlo estar. No sólo por mí sino por tus amigos y sus esposas". Entonces me entró miedo porque sabía que tenía razón.

Nos dieron mucho dinero y lo redujimos a tres horas. A todos les pareció que era suyo. No era una serie de televisión sueca, ni noruega, ni española ni americana? Sino todo a la vez. Fue una gran alegría. Porque, en cierto modo, todos somos iguales. Creo que tiene que ver con el hecho de que somos muy provincianos, no internacionales. Y justamente porque somos provincianos, de pronto nos volvimos internacionales. Lo peor es intentar ser internacional.

P: ¿Disfrutó haciendo películas?

R:A veces era una obligación pero siempre ha sido una obsesión. En cierto modo, hacer películas es muy erótico. No sé muy bien por qué. No porque te acuestes con las actrices, tiene que ver con otra cosa. Creo que es porque hay un entendimiento emocional al completo. Estamos rodeados de personas que están vinculadas a nosotros. El operador de cámara, el director, los actores? El operador de cámara por ejemplo, tenía una forma de agarrarse a la cámara que parecía que estaba abrazando a una mujer. No soy yo, en esos momentos, no era yo. Yo era ellos y estaban dentro de mí. Hacer películas es como un tener un romance.

P: ¿Donde se encuentra más cómodo o más consigo mismo?

R:Es difícil pero diría que haciendo películas. Los métodos son mucho mas neuróticos que en el teatro porque cuando haces una película tienes a 50 técnicos y 4 o 5 actores. En el teatro tienes 50 artistas y la mitad de los técnicos que en una película. Cuando haces una película trabajas ocho horas al día para conseguir tres minutos buenos de material. En el cine no puedes arriesgarte a mostrar ni un minuto malo. En el teatro es más bien un proceso. Si no sale bien, intentamos mejorarlo y cada día sale mejor. Pero el cine es distinto. Y tengo que tener cuidado que los demás no se den cuenta de lo neurótico que es. De lo estresante que es.

P: Esta búsqueda de la perfección es como buscar una aguja en un pajar.

R: Es cierto, pero la perfección ha de llegar cuando jugamos nuestros juegos. Es muy importante porque si pensamos que no necesitamos esta perfección, no nos tomaríamos nuestros juegos en serio y entonces todo sería en vano.

P: La gente se pregunta: ¿quién es ese hombre de silencios, de palabras y de imágenes, que un día dijo: "Quiero decirle adiós a todo esto"?

P: Decirle adiós al cine fue muy simple porque ya no sentía las manos. A un coche antiguo, a un Hertz o un Jaguar, le puedes meter dos motores nuevos y basta. Pero si está muy mal a la par que antiguo, eso es otra cosa. Y así me sentí yo al dejar el cine. En la última película que rodé, empecé a temblar. Esa película se llamó Fanny y Alexander y el rodaje duró siete meses. Era una serie de televisión y trabajamos todos los días durante siete meses, sin parar. Al final del día tenÍa que tener mis tres minutos y había tantos actores y actrices? Me dije a mi mismo: si quieres vivir más tiempo, tienes que prepararte para la vejez. En cierto modo, fue una despedida maravillosa. Trabajamos juntos, nos reímos juntos, lloramos juntos... Cuando estaba en la Universidad estudié Historia de la Literatura y yo debía tener 19 o 20 años. Había una chica guapísima en clase. La chica más guapa que te puedes imaginar. Todos estábamos enamorados de ella. Yo sobre todo, y yo no era precisamente un chico guapo ni mucho menos. Tenía talento pero aun así nos rechazó a todos y no comprendimos por qué. Después de unos años, me la encontré y le dije: Todos estábamos enamorados de ti. ¿Por qué no te acostaste con nosotros? Ella me dijo: Verás, dos años antes de la universidad, estaba en Persia y conocí a un jeque árabe y fue el amante más maravilloso que había conocido hasta entonces. ¿Qué debía hacer? No quería arruinar las memorias de ese hombre. Es exactamente lo que me pasó con Fanny y Alexander. Me lo pasé de miedo con un jeque árabe así que, ¿por qué continuar? (se ríe).

P: ¿Tomó esa decisión antes de comenzar a rodar?

R: Sí, empezó antes, algunos años antes. Eso en cuanto al cine. El teatro es distinto. Acabo de hacer La Casa de Muñecas y en 1991 produciré una ópera, de un joven compositor con mucho talento llamado Daniel Borsch. Este año quería producir otra obra pero dada mi recuperación no pude.

P: ¿Tuvo alguna vez alguna experiencia con la ópera?

R: Sí, algo pero no mucho.

P: Teniendo una personalidad tan fuerte, ¿como puede leer las palabras de otros? Por ejemplo, ¿es usted Ibsen cuando lee a Ibsen?

R: Soy como un director de orquesta. Miro las palabras como si fueran notas e intento comprender su significado. Ahora vuelvo a obras que leí hace tiempo y tienen otro significado. Cada vez que he hecho El misántropo, de Molière, he sacado significados diferentes. Hay una obra de Ibsen, que es muy enigmática y poco a poco comprendí que era una de los historias de amor más apasionadas de la historia del drama pero lo raro es que eso nunca aparece, a lo largo de dos horas, jamás lo menciona. Ibsen me llegó tarde porque yo siempre estaba entretenido con Stringberg. Quiero que mis experiencias, mi comprensión y entendimiento y talento para traducir palabras se conviertan en emociones para ofrecérselas a actores y juntos dárselo al público? Es un mundo muy, muy apasionante. Es muy parecido al trabajo de un director de orquesta.

P: Le voy a hacer una pregunta muy periodística pero? ¿Es usted espectador?

R: Soy un espectador empedernido. Me apasiona ir al cine. Pero voy a mi propio cine. En la isla en la que vivo somos unos 400 habitantes. He construido siete casas allí y yo vivo en una de ellas aunque tengo un apartamento en Estocolmo. Pero siento que la isla es más mi casa. He vivido allí casi 20 años.

Decirle adiós al teatro, después de la opera, será distinto. En el teatro tienes que ser muy fiel a pesar de que el teatro no está obligado a mantener ninguna fidelidad contigo. Pero lo voy a hacer. Hay tantos libros que aún no he leído. Y tantas películas que quiero ver y volver a ver.

Rehabilité un viejo establo que tenía 150 años y lo convertí en una sala de cine maravillosa. Tiene 25 butacas. Todos los días voy a este cine y tengo la suerte de tener allí a un colaborador que se encarga de proyectar las películas. En la isla hay una filmoteca increíble con más de 1.500 películas y tengo permiso para llevarme las que quiera. Así que hago una lista de unos 50 películas que quiero ver y ellos lo tienen todo. Es maravilloso. Voy todos los días a las 3 de la tarde. Me encanta porque así puedo controlarlo todo. Además es una sala de cine increíble y técnicamente perfecta.

P: ¿Qué ha visto últimamente?

R: Este verano he visto películas suecas y francesas de principio de siglo.

P:¿Le gustan las películas que se están haciendo en Europa?

R: Me gustan mucho, sí. Pero también me gustan los westerns. Y las películas malas. Todo me resulta interesante. Hasta las películas malas de los años 30. Aprendes mucho sobre cómo se pensaba en esa época, la decoración y la forma de vestir?

P: ¿Ha visto usted películas españolas?

R: Sí, por supuesto. Hay una en particular que me gustó mucho. Se llamaba La Muerte de un Ciclista, de Bardem. Creo que fue su mejor película. A Saura también le conozco.

P: Hay un director de cine español que me recuerda mucho a usted, a sus obsesiones. Se llama Víctor Urice.

R: No nos llegan muchas películas españolas y ese director le desconozco pero me gusta mucho Saura.

P: Creo que le imita, la forma que tiene él de vestir, la manera en la que habla? ¿Cree usted que ha creado una nueva manera de ser en el cine?

R: Siempre me sorprende cuando me dicen esas cosas. Hábleme de más directores españoles.

P: Berlanga.

R: Saura es el que está casado con la hija de Chaplin, ¿no?

P: Sí, estaba casado.

R: No sé mucho del cine español, pero comparado con el italiano, no se hacen tantas películas allá. También tendrá que ver con la cuestión política?

P: Sí, y el cine español es bastante provinciano. Desde 1982 se están empezando a hacer otro tipo de película, como las de Almodóvar. ¿Ha visto usted Mujeres al borde de un ataque de nervios?

R: Oh, me encantó. La vi este verano. Qué película más maravillosa. También conocí a Rossy de Palma, que tiene una cara fantástica. Espero que continúe con su carrera. La película me pareció tan estridente y tan acogedora al mismo tiempo. Una película de las emociones humanas y la desesperación.

P: Acabo de ver una película llamada Bagdad Café, ¿la ha visto?

R: Sí, es una película muy buena pero, ¿sabe qué? Creo que ahora le toca el turno a las películas rusas. Veremos muchas películas rusas. Por lo aislados que han estado tienen su propia manera de contar historias. Yo he visto mucho cine ruso y son películas muy fuertes, muy creativas? También se están haciendo buenas películas en Polonia, Hungría, películas de Europa del Este. Me gusta mucho el esfuerzo europeo por hacer películas. Creo que es muy importante que el cine europeo se defienda del americano, aunque esto tiene mucho que ver con las distribuidoras, y hay tantas decisiones políticas por medio, pero tienen que darle una oportunidad al cine que se hace en Europa. Es horrible depender solo de películas americanas. En la televisión sueca ponen trailers de películas americanas todos los días. Las distribuidoras tienen mucho poder, pero ni siquiera intentan promocionar las películas que se hacen aquí. Estoy muy involucrado en este movimiento. Creo que puedo ayudar. De momento soy parte del jurado y ayudo en la selección de películas. También soy miembro del consejo. Tienen mucha suerte en España porque tienen a un ministro de Cultura muy bueno [que entonces era Jorge Semprún].

Me acuerdo de Lluis Pasqual. Hizo una obra teatral fantástica, El Público, el drama de Lorca. E intentamos traerle hasta aquí para que hiciera un remake de aquella producción pero desafortunadamente no podía. Los buenos directores, sobre todo los genios, tendrían que estar administrando sus sueños y ambiciones en lugar de estar sentados con políticos porque luego no les queda mucho tiempo para hacer películas y eso es peligroso.

P: Él también dirigió Comedia sin título. Es una persona maravillosa. Tiene mi edad y mi estatura. Pero siempre está sudando y pensando.

R: Oh, pobrecito.

P: Usted dijo que está siendo influenciado todo el tiempo. ¿Como le influye vivir con alguien? ¿Le influyen más las dificultades o las alegrías de estar con alguien? ¿La comunicación o el silencio?

R: Es tan difícil de explicar esto en ingles. Creo que lo más importante de vivir con alguien es?.

Pasa como lo que ocurrió con Casa de muñecas. Vino un crítico danés muy famoso con su hermano, que había sido escritor, y le preguntó qué debía escribir sobre la obra. Y su hermano le dijo: el comentario más sincero que se ha dicho de Casa de muñecas es que se trata de una pasión sin amistad. Y creo que en la convivencia debería ser así.

P: Eso es muy sabio.

R: Lo más importante es que la gente sea vista pero que no se vean los roles que interpretan. Durante toda la vida existe una sociedad que espera que interpretes cierto rol. Si te quitas la máscara estás desnudo. Un viejo sacerdote me dijo una vez que el amor debe hacerte sentir maduro y niño pequeño, pero no podías ser las dos cosas a la vez. Un día te toca ser el niño y al siguiente te toca hacer de adulto maduro y esto es así. Tienes que ser la persona que eres.

P: Su trabajo no solo ha sido una búsqueda de la perfección sino de la felicidad. Para usted, ¿qué quiere decir esta palabra?

R: Nada. No significa nada. Lo que he intentado hacer durante mi vida es crear cosas y darles vida. La vida creativa esta llena de destrucción y está constantemente amenazada. Hay tantas tentaciones, tantas veces que dejas algo que has querido hacer, hay tantos compromisos? No sé lo que es la felicidad. ¿Sabe usted lo que es la felicidad?

P: Es un instante.

R: La felicidad está bien para alejarse de uno mismo de vez en cuando. Cuando te olvidas totalmente de ti mismo y estás de pronto metido en algo que es mucho mas grande que tú, ya sea estar enamorado o aferrarte a una religión?

P: Pero incluso la perfección no nos hace felices.

R: No puedes dejar que la perfección sepa el alcance de su peligro. Si no, la perfección es algo que intentas pero en el momento en el que lo alcanzas y lo tienes, se muere. En la imperfección existe la perfección.

P:¿A que hora del día es Ingmar Bergman un niño?

R: Creo que es bueno estar en contacto con el niño que llevas dentro todos los días, en pequeñas proporciones. Poder enfadarte y caminar por la orilla del mar y gritar. Eso es bueno. Y si ves una gaviota mirarte mientras gritas, es maravilloso. De pronto conoces tus proporciones. Ahora tengo 71 años y he hecho muchas cosas pero no he podido hacer todas las que me gustan así que he decidido ponerme a ello. Empezaré leyendo. Quiero leer libros.

P: Ha sido un placer. Creo que usted es un poeta y me siento muy orgulloso de haber estado con usted.

R: Muchas gracias. Al principio estaba algo nervioso pero me lo he pasado bien.







CHEJOV Y EL CINE

Entrevista a Ingmar Bergman, por Bengt Forslund



Chejov ha esculpido una brillante obra literaria. Su estilo posee una llamativa impronta visual. Este aspecto del dramaturgo ruso es destacado por Ingmar Bergman, el gran director sueco, hacedor de films memorables como El séptimo sello, Detrás del vidrio oscuro, El huevo de la serpiente, La fuente de la doncella, Fanny y Alexander. Bergman destaca los méritos artísticos del fim La dama del perrito, de Josif Heifitz (1959), adaptación de una obra de Chejov. A partir de esta ponderación, Bergman se desliza hacia consideraciones esenciales sobre el arte cinematográfico: el primer objetivo del cine es conseguir que "el espectador no reflexione ni un instante sobre el hecho de que está sentado en un cine viendo una película; uno no tiene más remedio que dejarse arrastrar en una sucesión de hechos dirigidos directamente al sentimiento". Y, por otro lado, el cineasta escandinavo, frente a la intrascendencia del nouvelle vague del cine francés, defiende la temática como aspecto esencial de todo arte, un querer decir algo, el deseo de expresión de un sentido. En este momento de Cine y Trascendencia de Temakel, entonces, los invitamos a disfrutar esta sustanciosa entrevista a Bergman, que se inicia con el vínculo entre Chejov y el cine, pero que, después, se extiende hacia la significación misma de la creación cinematográfica.



-Ud. ha hecho notar con frecuencia que los cuentos de Chejov son unos argumentos cinematográficos casi perfectos. ¿Puede precisarlo un poco más?

IB: Sí. Leyendo un cuento de Chejov no hay manera de evitar el percibir lo increíblemente sugestivo que es desde el punto de vista visual. Hay una atmósfera formulada siempre con toda claridad y precisión y la caracterización de los personajes se nos ofrece en rasgos perfectamente limpios y definidos. Y en cuanto al diálogo, pues hay mucho diálogo en sus cuentos, no hay sino que mantener los lados derecho e izquierdo como en un guión. Chejov es, en otras palabras, fácil de traducir al lenguaje cinematográfico, lo que no es muy frecuente. La razón está en el hecho de que Chejov es un dramaturgo, piensa siempre de una manera escénica, incluso dentro de su producción novelística.

-Cuando dirigió la La gaviota en el Teatro dramático, durante el mes de febrero, me enteré de que Ud. hizo que toda la compañía fuese a ver la película La dama del perrito (1959, Josif Heifitz). ¿Qué perseguía con ello?

IB: Durante los ensayos se habló bastante de la sensualidad de Chejov. No me refiero, por supuesto, a sensibilidad erótica de ninguna especie, sino a la sensualidad que abarca y afecta todos los sentidos. En La dama del perrito, precisamente, uno experimenta el olor, y la luz, y el calor, y el frío y la sugestión de los roces entre los personajes y hasta el peculiar aroma de una habitación... En realidad, no hay nada que falte en esta película. Uno vive con todos los sentidos. Chejov ha inspirado tanto al director que éste, a su vez, ha llegado a recrear toda la atmósfera del original. Podemos convenir, por ejemplo, en que pocas películas habrá que sugieran la idea del color con tanta intensidad como ésta, a pesar de estar realizada en blanco y negro. Uno siente en color. Acuérdese del principio: los días cálidos llenos de sol y de viento, la pereza, el aburrimiento, la sorda y latente presión del otoño colgando todavía en el aire...

-Pero Heifitz se ha permitido muchas libertadas con respecto al original, porque en él no hay muchos de los personajes y de los detalles que aparecen en la película.

IB: De acuerdo, sí. Pero estos personajes y esos detalles se encuentran en otras obras de Chejov. No hay nada en la película que no sea de Chejov, no hay nada que se creen libremente. En realidad, la película es tan enormemente fiel a Chejov, que yo en contadas ocasiones he visto una película-apenas después de Diario de un cura de campaña, de Bresson-que fuese tan fiel al original. Y mientras la película de Bresson lo era de una forma aburrida, mal digerida, La dama del perrito lo es de una forma brillante y fiel al mismo tiempo. A pesar de que usa todo el tiempo medios convencionales de expresión con la cámara, se siente siempre nueva. Y ha logrado algo que, a mi juicio, constituye el punto máximo del arte cinematográfico, esto es, que el espectador no reflexione ni un instante sobre el hecho de que está sentado en un cine viendo una película; uno no tiene más remedio que dejarse arrastrar en una sucesión de hechos dirigidos directamente al sentimiento.

-Entonces, enfrentando la "nouvelle vague" con películas como La dama del perrito...

IB: No quiero enfrentar nada, pero no puedo dejar de sentir el vacío de las películas francesas. Lo esencial para mí es y seguirá siendo el tema. La temática es esencial en todo arte, y a la temática tiene que sujetarse la forma. No puede ser al contrario. No es la forma la que ha de dominar el tema, sino el tema el que ha de imponer la forma. Por eso es por lo que La dama del perrito se recibe como una bendición, como un vaso de agua fresca, después de haber estado obligados a beber mal Pernod durante mucho tiempo. Lo que yo creo es, sencillamente, que las películas francesas actúan con el envenenamiento del sensacionalismo. Y, a pesar de ello, cualquier profesional ve lo simple que son sus artimañas.

-En otra palabras, lo que a Ud. le atrae de películas como Don quijote (1957, Don Kishot), Pasaron las grullas (1958, Mihail Kalatozov) y La dama del perrito es la concentración en lo esencialmente humano, el tema del individuo en relación con sus semejantes.

IB: Eso es. Cualquier película que "quiera algo" me parece mucho más significativa que esas películas que no dicen nada, que no quieren nada. ¿En qué queda su astucia formal, su futilidad temática, frente a La dama del perrito que, a pesar de utilizar medios convencionales, se siente tan brillantemente inconvencional y bienhechora? No tiene más que pensar en ese coraje de atreverse a ser lento, casi inmóvil, para poder dar después a la película esa enorme intensidad en cuanto se acelera. Y otra cosa que me maravilla es la total ausencia de sentimentalismo, tan frecuente en las representaciones de Chejov que se hacen en el extranjero. Sentimiento hay y en gran medida, pero lo que es sentimentalismo, ni una gota. Y otro tanto habría que decir de la estupenda manera que la película tiene de equilibrar lo cómico y lo trágico, que siempre existe en Chejov. En fin...Yo podría ver esa película miles de veces. (*)



(*) Fuente: Originalmente publicado en la revista sueca "Tidskriften Chaplin" y, luego, reproducida en la revista española "Nuestro cine", n 2, agosto de 1961, pp-13-14.










Bergman: La última entrevista


Este es el último reportaje que dio Ingmar Bergman. La periodista Betty Skawonius había entrevistado al artista en su refugio isleño de Fårö, al sur de Suecia. Se publicó el 14 de julio de 2005,en el diario Dagens Nyheter, el mayor de Estocolmo

Hoy Ingmar Bergman cumple 86 años. Vive solo y de buena gana se llama a sí mismo El Viejo de Fårö. No escribe más, pero tiene una carpeta de trabajo en la que aún junta material. Betty Skawonius conversó con él sobre su larga vida en el cine y el teatro.


A menudo sucede que ando por aquí y durante un día entero no hablo con nadie. Estoy fascinado con esto del silencio, con estar callado.

El ha influido más que nadie sobre la que el resto del mundo se hace del ensimismado mundo interior de las personas de Suecia. En los festivales cinematográficos cada nuevo filme sueco es filtrado a través de cedazos bergmanianos. Generaciones de cineastas y fanáticos del cine de otros países saben con precisión cómo son los suecos. Generaciones de suecos han luchado para no ser incluidos en esa melancólica imagen. Pero todos amamos sin reservas Fanny y Alexander. La relación de los suecos con Bergman es complicada.
Pese a que son las películas las que le dieron fama mundial y lo convirtieron en alguien inmensamente admirado y tomado como ejemplo, es en verdad en el teatro donde se encuentra su corazón. El cine es “puterío y carnicería”. El teatro es “el principio y el fin y, en realidad, es todo”.

Su última puesta en escena fue la de El Aparecido, de Ibsen, en el Dramaten, durante el 2002. Había habido otras últimas antes, pero esta vez fue en serio. El otoño pasado se deshizo de su departamento de la calle Karlaplan, en Estocolmo. La ciudad se ha ido convirtiendo en odiosa para alguien acústicamente hipersensible, obligado a soportar el barullo ininterrumpido durante las 24 horas.

Después de El Aparecido decidí que ya era bastante. Y ya está. Nadie va a necesitar sacarme a upa del teatro. Me voy solo. Nadie va atener que decir: El Viejo debería darse cuenta de que tiene que terminar. Por otra parte, yo amo esta isla. Pronto van a hacer diez años desde que Ingrid (Karlebo von Rosen, su última esposa) no está. Pero aquí me siento cerca de ella. Es cierto que también amo aquella espléndida torta que hacían en Nybroplan, cerca del departamento, pero eso ya no tiene remedio.
Para mí el teatro siempre fue la columna vertebral. Investigar el teatro moderno y los grandes clásicos ha sido infinitamente enriquecedor y estimulante. La convivencia, o la simbiosis, con los actores ha sido lo central en la práctica de mi oficio.
Cuando estoy aquí, en Fårö, lo que más extraño es el teatro y los actores. Nunca creí que mi nostalgia de los intérpretes fuera a ser tan grande.

Si a Bergman lo hacen elegir la puesta que más amó, él responderá que fue Cuento de Invierno, de Shakespeare. Sin esfuerzo enlazó a Shakespeare con los arándanos del teatro Dramaten en un jubiloso juego navideño, una historia sobre la fuerza luctuosa de los celos y del amor como milagro. Y con un humor absurdo de un tipo que pocas veces se había visto en Bergman.

- El tema básico de la obra es hondamente dramático. Un esposo tan furiosamente celoso que lo amenaza la muerte.

-Sí, la obra es hondamente trágica y atrapante. En esa pieza hay de todo, fue por cierto una de las últimas de Shakespeare. Para mí Shakespeare fue una misión tardía. Siempre pensé que las representaciones de Alf Sjöberg habían sido tan penetrantes, tan arrolladoramente superiores que jamás podría acercarme – dice Bergman con un casi imperceptible suspiro-. El tiempo que le dediqué a Cuento de Invierno fue un período extraordinariamente feliz. Era divertido tejer, sin dejar señales, los giros trágicos con los farsescos. La obra está escrita para una fiesta navideña, de modo que sonaba natural meter allí a (el escritor, poeta, pensador sueco del siglo XIX) Carl Jonas Love Almquist y sus juegos del pabellón de caza…Una fiesta navideña tan grandiosa…

- El Cuento de Invierno se transformó en una especie de Fanny y Alexander teatral. Habías dejado de hacer cine mucho antes y Fanny y Alexander fue tu última película, en 1982.

-Con Fanny y Alexander aramos durante siete meses y fue una actividad muy entretenida: tuve un conjunto maravilloso, fantásticos colaboradores. Con todo, fue una filmación increíblemente extensa y pesada y, en el fondo, compleja. Por eso, cuando estrenamos y todo fue muy bien, me dije: punto final, por más fantástico y sanguíneo que sea el trabajo fílmico. Y, mirá, nunca me arrepentí de esa decisión. No extrañé el trabajo en cine ni un solo día. Nunca.

Pero Bergman no abandonó las imágenes.. Después de renunciar a las películas hizo ocho producciones televisivas propias. Marquesa de Sade, de Mishima, fue primero obra de teatro y más tarde una nueva, costosa y al mismo tiempo más densa y compacta versión para tevé, con toda la escala de rojos del vestuario siglo XVIII de Charles Korolys adaptada a las cámaras.

-Marquesa de Sade (1989), sobre los meandros y perversiones del amor, estuvo entre tus apuestas más vehementes…

- Sí, pero fue algo completamente distinto: todo dependía de los actores. La pieza me había fascinado de manera inaudita y comprendí que no tenía sentido ponerla en escena si no contaba con los actores adecuados. Requería lo más difícil de todo, es decir, el aquietamiento máximo. Lo más habitual en cine es, por cierto, que cuanto más caliente se vuelve una situación más se mueve la cámara alrededor. Yo hago un culto de lo opuesto: cuanto más crece la violencia en una escena más inmóvil debe permanecer la cámara. Con Mishima se trata de pasiones incomprensiblemente violentas que nunca se desahogan, por lo tanto la actuación y el juego escénico deben mantenerse dentro de un marco muy estrecho. Para hacer eso se requieren actores con una fuerza capaz de dominar la situación y sus medios de expresión y simultáneamente capaces de superar irrefrenablemente sus propios límites.

En su ensayo Ver Bergman (1993), Leif Zern observa el hecho notable de que los investigadores teatrales raramente se interesan en los filmes de Bergman, mientras los investigadores cinematográficos se despreocupan de su actividad teatral. “La mitad de la acción se mantiene a la sombra”.
Ingmar Bergman es un solitario en esto de haber desplegado durante cuatro décadas un intenso intercambio recíproco entre teatro y cine y, paulatinamente, también televisión. Inclusive si otros directores han trabajado tanto en películas como en teatro, casi ninguno ha entrelazado tantas ideas fílmicas en teatro o expresiones teatrales en cine.
.Un año, por caso, escribe Pintura en madera, una obra en un acto para una escuela teatral en Malmö, que será el esbozo del gran material transformado en El séptimo sello, en 1956-57. Durante el período en que trabajó en el Teatro Municipal de Malmö, entre 1952 y 1958, Bergman hizo ocho películas, puso 22 piezas y dirigió 24 obras radiales. El nexo unificador eran los actores. Malmö fue el más transparente de los ejemplos de ese intercambio entre teatro y cine.

- En Malmö te juntaste con actores jóvenes, varios de los cuales , más tarde, fueron famosos y conocidos como “actores bergmanianos”: Bibi Andersson, Gunnel Lindblom, Harriet Andersson, Gertrud Frida, Ingrid Thulin, allan Edwall, Gunnar Björnstrand, Torvo Pawlo, y Max von Sydow.

- Una vez que terminé Sonrisas de una noche de verano, en 1955, y se produjo mi irrupción internacional, pude hacer las películas que se me antojara. La única condición era que hiciera una por año. Eso me parecía muy divertido, pero me requirió una tarea doble: junté ese calificado conjunto de actores en el Municipal de Malmö y hacíamos películas en el verano. En invierno me dedicaba a escribir el guión y a planear cómo iba a usar a mis intérpretes. Durante la mitad fría del año filmaba escenas invernales, con hielo y nieve. Todos los años filmé escenas invernales, salvo el último.

Cuando, tiempo después, fue convocado para dirigir el Dramaten en Estocolmo, a principios de los ’60, Bergman fue un jefe de teatro moderno: democratizó la sala, incorporó ensayos abiertos y un consejo de selección de repertorio, encargado de elegir las piezas y también las asignaciones de papeles. Tuvo que empezar desde cero.

- No había repertorio planeado, ni había contratos; no existía ninguna organización. Eso era una pocilga, aunque desde fuera parecía estar en forma, merced a que tenían grandes actores, finos artistas y prominentes directores.

Aun después de haber concluido su período como jefe del Dramaten, él mantuvo allí una gran influencia. Intervino con su opinión en cada nueva designación de jefes del teatro.

Tanto en la actividad teatral, como en la cinematográfica y televisiva siempre se ha asumido que Ingmar Bergman ha tenido enorme poder e influencia y sigue, en parte, teniéndolos. Nadie le dice que no a Bergman.
Si se lo escucha a él, la palabra influencia se deletrea como planeamiento y previsión.

- Se trata de la capacidad de –más bien de la compulsión a- estar bien preparado. Yo no puedo improvisar. Tengo que estar preparado hasta los dientes antes de iniciar un trabajo. Y los que trabajan conmigo han de estar también preparados, porque hemos repasado todo hasta los más mínimos detalles.
Soy, además, una persona con gran capacidad de catástrofe. Tengo un terror casi enfermizo de que todo se esté por ir al diablo. De modo que trato de preparar todo y prever todas las catástrofes imaginables. Soy un detallista insoportable.

- Eso es sabido...

- Sí. El hecho es que cuando uno convive con un caos constante y poco manejable, como es mi caso, tiene que imponerse una extraordinaria autodisciplina.

- Tenemos muchos artistas caóticos que, sin embargo, no hacen lo mismo que vos. ¿Tu caos es acaso más grande?

-No. También hay artistas que tienen necesidad de caos, Fellini por ejemplo. El creó un caos que lo estimuló violentamente. Si él presupuestaba una película por cierta suma, sus fieles productores ya sabían que iba a costar el doble o más.

- ¿Nunca tuvieron algún proyecto en común con Fellini?

- Sí. El, y yo y también Kurosawa íbamos a hacer juntos un film de episodios.
Yo me encontraba en Roma y Fellini estaba terminando su Satiricón. Me quedé cuatro semanas allá para que nos encontráramos. Kurosawa iba a venir, pero se enfermó y el proyecto se quebró. Cada uno iba a hacer su propia historia de amor, historias muy parecidas, pero una iba a ser oriental, la otra nórdica y la tercera meridional. Era una idea divertida. Yo ya había escrito mi parte. Y los amigos de Fellini estaban escribiendo. La pasamos muy bien en Roma.Yo amaba en Fellini su forma de trabajar, diametralmente opuesta a la mía. Todavía filmaba en Cinecitta, donde estuve, viéndolo dirigir. Estuve en su casa festejando la Pascua, Giuletta Mesina era la anfitriona en su bellísima casa junto al mar. Y también fue muy agradable encontrar toda esa gente maravillosa. Fue un tiempo fantástico, pero también fue una pena, porque me hubiera encanatado encontrarme con Kurosawa.

Ingmar Bergman consigue siempre los actores y los recursos que quiere; los directores que trabajan en el Dramaten y los directores de televisión gruñen sus protestas.

-Yo salgo con mucha anticipación y eso me permite elegir la gente que quiero, tanto cuando filmo como cuando dirijo teatro. Por ejemplo, cuando hicimos María Estuardo yo sabía que Lena Endre y Pernilla August estaban libres. Eso era un año y medio antes de ponerla en escena. Ellas dos fueron el punto de partida. Después pude, porque empiezo con tiempo, juntar otros manjares divinos. Hasta para los pequeños roles de figurantes conseguí jóvenes brillantes, como la perqueña Julia Dufvenius, por caso. Y cuando empiezo a bosquejar Saraband se me ocurre: Ella es justo la chica que voy a tener en ese film.
Pernilla August tuvo un papel minúsculo en aquella versión de Los sueños que hice en 1986: llegaba directo de la escuela de teatro. En ese momento pensé: ¡Hurra! Con ella tendremos una Nora dentro de un tiempito. Y cuatro años más tarde hicimos Casa de muñecas. Lo más divertido es que muchos años después ella hace a la señora Alving en Espectros, porque la señora Alving es una Nora que jamás dio un portazo.
A Lena Endre la vi en Varuhuset (La gran tienda, una serie en 60 capítulos que emitió la televisión sueca a fines de los años ’80), soporte cada capítulo de ese horrible culebrón porque quería verla a ella. Mostraba todos los rasgos y peculiaridades de una gran actriz.

-Erland Josephson se transformó en una persona que hace un personaje llamado Bergman, aunque ustedes son tan distintos. El tiene una irradiación muy diferente…

- Completamente…

- En Escenas de un matrimonio, de1973, ¿los personajes de Johan y Marianne fueron una creación o también allí utilizaste un acontecimiento que te había provocado sufrimiento? Más allá de que que allí empleaste los medios de la televisión y demostraste que es también una forma de arte.

-Ciertamente lo es.. Pero Escenas fue la empresa más frívola y descuidada en la que me haya metido. No teníamos nada de dinero y éramos un pequeño grupo de producción. Todo había empezado como un proyecto más pequeño, pero tenía tal potencia dramática quenecesitó cinco capítulos

Hay una escena, no precisamente frívola, que Bergman relata en 3 veces Bergman (una serie de la televisión sueca que muestra al artista en su ambiente isleño en Fårö). El estaba en Estocolmo y allí se enamora de Gun (Hagberg), que está por volar a París. Bergman tenía una esposa (Ellen Lundstrom) y cuatro hijos esperando en Gotemburgo. Antes de viajar a París pasa por Gotemburgo; su mujer se alegra de que haya llegado de sorpresa. El le anuncia que se va a Francia y que estará fuera varios meses. “Todavía siento repugnancia al pensar que pude ser tan horriblemente desconsiderado”.

El episodio retorna en Infiel, guión que él escribió 20 años más tarde para Lena Endre con Liv Ullman como directora. Aunque algo diferente, un poco más perturbado, aún más ingrato.

- Cuando hicimos Escenas yo estaba casado con Ingrid y era muy buen amigo de Liv. Estaba convencido de que Erland y Liv daban muy bien juntos. Liv siempre parece alguien que ve todo por primera vez y Erland, como alguien que ya vio todo mil veces. Aprendí tanto de él. Tenemos un contacto interior y una amistad que no tiene que ver ni con el tiempo ni con el espacio. Cuando tengo una verdadera preocupación hablo con Erland y él piensa y uno reconoce miles de años de sabiduría.

El año pasado, Erland Josephson consiguió sorprenderlo después de décadas de amistad.

-Quedé perplejo cuando hicimos Saraband. No imaginaba que él pudiera representar a un personaje tan genuinamente malvado. Segrega maldad por cada maldito poro. Lo conozco desde hace mucho y no sabía que podía sostener una maldad abismal como esa. Quedé verdaderamente sorprendido – se ríe Bergman.

- Pero el personaje lo habías inventado y escrito vos.

- Cierto, pero él se apropió del personaje de una manera que para mí fue una vivencia fuerte. Principalmente la interacción entre él y Börje Ahlstedt…

- Es tan ruin. Al mismo tiempo es atrapante cuando lo dejás totalmente desnudo y hablando de sus demonios. Esos demonios se han avergonzado, pero vos te regodeás en ellos.

-Me parece que los demonios están bien. Yo elijo mis demonios y sé lo que quieren.

Ingmar Bergman debutó como traductor con Espectros, cuando volcó al sueco el texto de Ibsen.

- Después de decirme que estaba contento escribiendo, se me presentó el problema que aparece en Espectros, emergió el incesto. Estaba ya escribiendo el diálogo velozmente y seguí con la inercia de esa velocidad; fue bastante veloz y en unos días estaba lista Saraband.

--Lo que es muy fuerte en la puesta televisiva de Saraband es la relación entre padres e hijos, que vos lográs tejer a través de tres generaciones. Allí te metés en un tema que de hecho no habías tratado de esa manera antes. Se describe la relación de un padre con su hijo y la relación de ese hijo con una hija. Y las dos relaciones son, bueno…problemáticas.

- Sí , yo tenía ese material durmiendo en cuadernos de trabajo desde hacía mucho tiempo, ¿sabés?. Y sabiendo que Saraband era lo último que iba a hacer me dije: ahora lo voy a usar. Además, como ya había tenido el coraje de violar a Ibsen, seguí adelante a pura velocidad.
Ese hijo de Saraband está profundamente enamorado de su mujer y tiene una honda simbiosis con ella. Cuando ella muere, su amor se extravía. La hija entonces, viéndolo tan desamparado, asume el -un tanto riesgoso- rol de la madre.

-Son dos aspectos de la relación padre-hijo. De un lado un padre que se ata equívoca y fuertemente a su hija; del otro, el abuelo que expulsa y desprecia a su propio hijo. Es una dualidad fascinante o un espejo negro.

- Precisamente. El viejo Johan se refleja en su hijo. Porque…yo creo es difícil meterse y dedicarse a aclarar eso…Vos decís que es un espejo oscuro y eso es lo que es. El abuelo, en algún punto, se desprecia a sí mismo terriblemente y vive con eso.

-Es un juego intrincado y, me parece, muy valiente ese de hablar sobre padres e hijos, especialmente porque habías evitado el tema a lo largo de toda tu carrera artística. Hay allí puntos de contacto con vos mismo…

-Dar un salto y encontrarse de pronto muy involucrado personalmente es algo que a uno suele sucederle en este oficio. Es una actividad en parte puterío, en parte carnicería. Uno toma lo suyo y lo usa.

-Supongo que estos días estarás escribiendo algo…

- No, no lo estoy haciendo. Voy a parodiar la frase de Olle Hedberg –“el erotismo lo vuelve a uno erótico”- diciendo que la creatividad lo vuelve a uno creativo. Y puesto que mi creatividad actual es igual a cero, el deseo de ser creativo se manda a mudar tranquila y silenciosamente. Tengo, eso sí, un cuaderno de trabajo donde sigo juntando material. Ya estoy en el cuaderno número dos. Hay tanto material…que no sé si me voy a sentar a escribir algo este año o el siguiente.
Es material para un guión de cine. La parte más entretenida es la de fantasear sin asumir obligaciones. Lo aburrido es lo que supone exigencia, esto es: sentarse y escribir. Yo siempre me puse lo que suele llamarse una deadline, una hora de cierre. Ahora no tengo ninguna deadline, salvo que yo mismo voy a morir, que mi vida va a cerrarse.
La muerte nunca fue algo extraño para mí. Creo que fue (Tomas) Tranströmer el que escribiö que “hay un tipo silencioso que anda a mis espaldas y toma medidas para un traje”.


Betty Skawonius