sábado, 14 de agosto de 2010

JAN SVANKMAJER: EL ALQUIMISTA DEL CELULOIDE







Es el cineasta checo más singular, un genio del cine de animación y fantasía... pero es mucho más. Es uno de los grandes artistas surrealistas modernos, fascinado por el mundo de la alquimia, el hermetismo y la mágica ciudad de Praga. Escultor, pintor, grabador, constructor de objetos... Su cine es un viaje al otro lado, en la tradición esotérica de Arcimboldo, Meyrink o Kubin. Con motivo del homenaje que se le rindió en la pasada 17ª edición de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, Jan Svankmajer habló para MÁS ALLÁ. Jan Svankmajer tiene un aspecto agradable y cortés. Acompañado de su hija (su esposa Eva Svankmajerová, pintora y gran artista surrealista por derecho propio, murió en 2005) ofrece la singular estampa de un hombre tranquilo y apacible cuya expresión seria pero agradable poco deja sospechar el excéntrico, el grotesco y a veces siniestro universo que late en el interior de su exuberante imaginación. Aunque en los últimos años es cada vez más y más conocido por los amantes del cine fantástico de todo el mundo, a veces sus películas, que han inspirado a directores como Terry Gilliam, Tim Burton o los hermanos Quay, ocultan la inmensa dimensión universal de su obra, que incluye collage, “objetos táctiles”, pintura, etc., y que forma parte ya de muchas importantes colecciones artísticas privadas y de museos...Pero, sin duda, en todas sus obras, sean cortos de animación, esculturas en arcilla o grabados, late un mismo espíritu surrealista y una inclinación natural hacia el mundo de lo oculto.

CINE MÁGICO
Su productora de cine se llama Athanor,como el horno de los alquimistas...
En efecto. Tiene un doble sentido. Por un lado, es ya un guiño para los conocedores, que les indica por dónde van buena parte de mis intenciones. Por otro, creo que es una buena definición del propio cine, que funciona como un “athanor” de imágenes capaces de transformar la realidad.

¿Cómo llegó al mundo del cine?

En la escuela no estaba especialmente interesado por el cine. Mi pasión eran el teatro de máscaras y el de marionetas. No comencé a reflexionar sobre el cine hasta que empecé a trabajar en el Teatro Negro de Praga, donde el cine juega un papel muy importante. Empecé a sentirme fascinado por el proceso de montaje, que es, sin duda, magia en estado puro. No hay otro medio capaz de lograr lo mismo.

Se dedicó especialmente al cine de animación, una gran tradición dentro del cine checo...
No me considero especialmente próximo a la tradición de animadores como Jiri Barta, Trnka o Zeman. Para mí, la palabra animación proviene de “ánima”. No es sólo poner algo en movimiento, sino dotarlo de “alma”, darle verdadera vida espiritual. Y éste es el dominio de la magia. La técnica por sí misma no me interesa. La animación es magia y el animador un chamán.

La mayor parte de su cine reciente mezcla la animación con la imagen real, con un predominio cada vez mayor de esta última. ¿Hay algún motivo?

Las historias que escribo últimamente son más apropiadas para ello. Pero no le doy especial importancia a rodar cortos o largos, utilizar animación o imagen real, hacer un dibujo o un objeto. Mi mundo es el mismo y los medios para abordarlo no tienen importancia.

¿Cuáles son sus influencias como cineasta?
No diré que no me interese el cine de otros, por ejemplo el de Fellini o el de Buñuel. Me encantan las películas mudas de Meliès o las del olvidado Charles Bouers. De los cineastas actuales, David Lynch, los hermanos Quay o Terry Gilliam pescan en las mismas aguas que yo. Sin embargo, mis verdaderas influencias están entre los pintores. Citaría a Max Ernst, René Magritte y Salvador Dalí, pero también a El Bosco y, sobre todo, a Arcimboldo.

IMAGINACIÓN AL PODER
Tanto en sus cortos, como Jabberwocky (1971) o La caída de la casa Usher(1981), como en largometrajes como Alicia (1987), La lección Fausto (1994) o su reciente Sileni (2005) están presentes los grandes autores de la literatura fantástica y perversa: Poe, Lewis Carroll, Sade...
El surrealista Vratislav Effenberger, quien, por cierto, contribuyó mucho a mi entrada en el grupo en la década de 1970, realizó un experimento de morfología mental delque resultó su teoría de lo tectónico y lo atectónico. Según ésta, existen personas tectónicas, apegadas a la tierra, por así decir, y personas atectónicas, apegadas a la imaginación. Yo soy atectónico por definición. Desde siempre me he sentido atrapado por los grandes santos del panteón de la imaginación. Los pilares en mi camino han sido Sade, Poe, Arcimboldo y Lewis Carroll. Alicia es una influencia decisiva, que marca mi interés por el mundo infantil. De hecho, actualmente trabajo en una serie de ilustraciones para una nueva edición de esta obra. Son personajes por los a veces he estado verdaderamente obsesionado, sin que haya logrado explicarme del todo mi obsesión.

Tampoco debía de ser una literatura muy bien vista en el ambiente anterior a la caída del muro...
Las obras de Sade, por ejemplo, estaban prohibidas. Sólo se encontraban ediciones clandestinas en colecciones pornográficas, no había buenas traducciones. Eran ediciones resumidas que expurgaban las partes filosóficas, que eran las que a mí me interesaban.

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