miércoles, 3 de julio de 2013

Pizarnik y Cortázar (collage)

Dibujo de Alejandra Pizarnik


Aquí bichito. Quieta. No hay ventanas ni afuera / y no llueve en Rangoon. Aquí los juegos.

Y la foto volvió a salir movida, cuando los tres nos encontramos en el carrer dels Còdois de Barcelona. Alejandra pícara, alegre, queriendo volar y tú, Cortázar, comentando: la verdad que no me veo en tu texto, me has hecho rijoso y putañero, yo que me castigo cada día con un látigo afgano… (Para el lector tafaner lo remito al libro Textos para leer dentro de un espejo morado)*. Mientras, el juego seguirá porque a los pocos días lo despediré, a él, a Cortázar, en el aeropuerto, en su último y definitivo viaje a mi ciudad. Y Alejandra con paciencia esperará en el Café de la Ópera saboreando una wódka Wyborowa al tiempo que también contemplará sobre la mesa la muñeca de madera azul, un obsequio de Cortázar viajando para siempre, después de su otro viaje, el de la autopista, y nosotros sin darnos cuenta, y tal vez por eso nos dedicaremos al oficio de aparear a nuestras tortugas en un jardín anónimo del pueblecito de Jafre. Y Alejandra escribiendo: I am not yet born. Kill me… Y él no y su mamá: las pasiones de la infancia / dans la nuit du tombeau / toi qui m'as consolee, y Cortázar siempre pegado a las palabras te reclama. ¡Ay, mi bestia! Yo te adoro.

Y las famas y los cronopios ya empezaron a hacer sus habilidades enredándose con orgullo entre los hilos de la maqueta funicular de L'Eglésia de la Còlonia Güell de Santa Coloma de Cervelló. Cuánta perversión, cuánta, de habernos encontrado con más frecuencia en los demoníacos y apasionados espacios que creó Gaudí.

Y el juego, sin remedio, tendrá que acabar y acaba haciendo bolillos con las arañas gaudianas, bajando sin tener que bajar a los subterráneos, y sintiendo el cold in had blues de la muñeca de madera con la que Cortázar agasajó a Alejandra póstumamente.


De Antonio Beneyto. Colección Ocnos, Barral Editores, Barcelona, 1975

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