jueves, 6 de febrero de 2014

Santiago Roncagliolo - Por siempre jamás



emos llegado al final. oh, los finales son tan tristes. no. éste es un final felis. es en realidad un nuevo comienzo ¿verdad? tú comprendes. puedo verlo, puedo ver el coro de los muertos recibiéndome, palmeándome la espalda con sus manos sudadas de sangre. será pronto. podremos jugar juntos, por la heternidad, en un mundo nuevo, en un mundo de gente que vivirá para siempre.


no siempre fui así ¿sabes? hubo un tiempo en que creí que se podía bibir de otro modo. pero es mentira. yo era inosente. si la historia va a venir por nosotros de cualquier manera, lo mejor es acelerarla, obligarla a hadelantarse, someterla. como a ti. seremos espejos del universo, carnes de sacrificio que dibujan la estela del tiempo. será bonito.

me gustan tus ombros. son suaves. a los demás también les gustarás. heres el centro de todo ¿sabías? todas las partes irán a ti, tú tendrás una gran responsabilidad. espero que estés a la altura. ¿alguna vez as hecho lo que estoy haciendo? es como trocear un pollo, siempre está lleno de huesos y cosas. pero lo que se come es el músculo. no se come la sangre. es pecado eso.

pero no te distraigas. ayer ha sido el día del sepulcro y hoy será el de la gloria. ya han dejado de flamear las banderas negras de la catedral. es un buen día para ti. mañana dios comenzará a resucitar. y el domingo, el sol saldrá sobre un mundo nuevo. todo gracias a nosotros. el mundo sabrá lo que hicimos. ya me aseguré de eso. será triste, porque también vendrán por mí para eso

oh, a mí tampoco me gusta. pero los grandes cambios son así, nasen del dolor. no quiero que pienses que esto es un castigo, no. es una penitencia. un acto de conversión. tomamos nuestras carnes y las purificamos hasta convertirlas en luz, en vida eterna, en materia divina. seremos ángeles, ángeles con espadas de fuego, de los que cuidan la entrada del paraíso. cancerberos del edén ¿te gusta eso? a mí me gusta. cancerberos del edén. ja. nadie pasará sin que antes lo probemos con nuestras hojas afiladas y candentes. estaremos todos, y todos seremos uno y el mismo, multiplicados por los espejos que somos unos de otros. todo acabará en nuestras manos y todo comenzará en ellas. quizá algún día, podremos derrocar a dios. y entonces nadie podrá detenernos. por siempre jamás.

pero para eso, ya te digo, antes tendrán que venir por mí.




En Abril rojo

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