miércoles, 23 de junio de 2010
Así habló Andy Warhol
Se quedaba callado. Contestaba con monosílabos, genialidades lacónicas o largas tiradas sonámbulas. Decía que sí y que no a cualquier cosa. Se hacía eco de Duchamp y de los políticos de cuarta, de Greta Garbo y de los chismosos de la prensa amarilla. Jamás perdía la calma. Leía reportajes ajenos para robar respuestas ingeniosas. Inventó una revista, Interview, cuya premisa era reportear celebridades y reproducir las grabaciones al pie de la letra, incluyendo pavadas, lapsus y vacilaciones. Andy Warhol no sólo cambió las reglas del arte contemporáneo; también revolucionó el género periodístico de la entrevista, esa ficción de arena pública donde la gente –se supone– dice lo que piensa.
“Te presento a mi mujer” o “Ésta es Sony, mi esposa”, solía decir Andy Warhol. Y luego señalaba su grabadora portátil japonesa, que siempre estaba a su lado. Grabar, se sabe, era una de las pasiones de Warhol. Su novela a (1968) no es otra cosa que la desgrabación textual de horas y horas de cintas donde conversan la fauna y la flora de The Factory. Sus dos libros “de ideología”, LA filosofía de Andy Warhol (De la A a la B) –nótense las rotundas mayúsculas del LA en el título de este tractat con formato de autoentrevista– y POPism: The Warhol Sixties, así como esa Gran Novela Americana secreta que son los Diarios, fueron construidos sobre la base de conversaciones y grabaciones telefónicas con su asistente y esclava todo-terreno Pat Hackett. La obra de teatro Andy Warhol’s Pork, producida por La Mama Theatre, es una destilación de charlas telefónicas muy privadas que se hicieron públicas sin pedir permiso a los que, del otro lado, no sabían que estaban siendo grabados en nombre del arte y la facilidad. Películas como Chelsea Girls o Empire están más cerca de la grabación documental de imágenes que del cine.
Ahora, por fin, I’ll Be your Mirror: The Selected Andy Warhol Interviews (Seré tu espejo: entrevistas selectas a Andy Warhol, Carroll and Graf Publishers, Nueva York) reúne y ordena las mejores entrevistas –varias de ellas inéditas o rescatadas de las páginas de extintas revistas under, de las que se publican a continuación algunos fragmentos– al androide y replicante más influyente del fin/principio del nuevo milenio. Para muestra, ahí están MTV, Gran Hermano y sus derivados, y ese constante reciclaje de todo lo reciclado en el que se ha convertido la Historia. Una vez le preguntaron a Warhol si se sentía parte de la Historia. Warhol, incrédulo, respondió: “No me digas que crees en la Historia...”.
1962
PREGUNTA: ¿Qué es el Pop Art?
WARHOL: Sí.
P: Buena manera de comenzar una entrevista, ¿no?
W: Sí.
P: ¿Es el Pop Art un comentario satírico sobre el american way of life?
W: No.
P: ¿Qué es lo que el Pop Art intenta afirmar?
W: No lo sé.
P: ¿Qué significan todas esas latas de sopa Campbell’s?
W: Son cosas que tenía yo cuando era chico.
P: ¿Qué significa para usted la Coca-Cola?
W: Pop.
El libro toma prestado el título de una de las canciones de The Velvet Underground –mítica banda “gestionada” en sus comienzos por Warhol–, donde se oye aquello de “Seré tu espejo / Reflejaré lo que eres, en caso de que tú no lo sepas... Deja de cubrirte con las manos, porque yo te veo”. En el prólogo, Reva Wolf se pregunta si una entrevista puede ser una obra de arte. En el caso de Warhol, la respuesta es sencillamente warholiana: sí. Y es que la voz –el sonido de Warhol, sus wow y sus gee– es parte integral e inseparable del asunto. Tan importante como las pinturas y las serigrafías y las meadas de óxido de Warhol, y tan definitoria como una peluca blanca y un pecho cruzado por cicatrices. Porque Warhol, consciente o inconscientemente, revoluciona y crea un nuevo “discurso de artista”, a la vez que deforma el concepto de entrevista. En los tiempos en que el periodismo sufría y disfrutaba una de sus más fértiles y creativas transformaciones –el new journalism, cuya estrella era el periodista–, Warhol contraatacaba con algo que puede ser definido como zombie journalism: ese lugar donde se desarma al entrevistador por medio de la sinceridad absoluta, o la repetición de los más célebresslogans del momento, o la manipulación de dictums ajenos (de Marcel Duchamp a Greta Garbo) y frases hechas y obtusas de los políticos, o el hermetismo total, o la síntesis monosilábica y sincera y envasada al vacío. En sus entrevistas, Warhol desaparece hasta que, invisible, ha invadido todo el espacio disponible. Warhol dice poco o nada. Y sin embargo es una de las personas más citadas del siglo XX. Ejemplo pertinente: “Un artista es una persona que produce cosas que la gente no necesita, pero que –por alguna razón– piensa que está bien proporcionárselas a los demás”. Nada. Pero mucho.
1963
PREGUNTA: ¿De qué trata el Pop Art?
WARHOL: El Pop Art trata de las cosas que te gustan. Yo creo que todo tendría que gustarle a todo el mundo. Que te guste todo es un poco como ser una máquina. Hacer lo mismo una y otra vez.
¿O tal vez Warhol contestaba como un autista las preguntas que le parecían autísticas? Así, cuando le preguntaban cuál era su relación con Picasso, Warhol respondía la verdad absoluta: “Paloma”.
1965
PREGUNTA: ¿Cuál es su profesión?
WARHOL: Dueño de una fábrica. The Factory.
P: ¿Tiene alguna profesión secreta?
W: Artista comercial.
P: Insisto: ¿tiene alguna profesión secreta?
W: Sí.
P: ¿Cuál?
W: No se me ocurre ninguna ahora.
P: ¿Por qué alguien debería contratarlo?
W: Porque soy confiable.
P: ¿Siente que la sociedad le debe algo?
W: Sí.
P: Si es feliz haciendo lo que hace, ¿piensa que le tienen que pagar por ello?
W: Sí.
P: ¿Por qué?
W: Porque me haría aún más feliz.
P: ¿Cuánto más?
W: Tanto como yo quiera.
P: ¿Es usted humano?
W: No.
P: ¿Por qué contesta las cosas que contesta?
W: Porque soy muy sensible.
P: Y si fuera infeliz trabajando, ¿también deberían pagarle?
W: Sí.
P: ¿Hay alguien a quien no deberían pagarle?
W: A la gente con talento.
P: ¿Por qué?
W: Porque todo les sale muy fácilmente.
P: Si usted fuera estúpido, ¿podría hacer exactamente lo mismo que hace ahora?
W: Sí.
P: ¿Por qué?
W: Porque no soy una persona muy lista.
P: Por favor, cuénteme algo sobre usted.
W: Ya lo he hecho.
Y esto es lo más interesante de todo: las dificultades a la hora de entrevistar a Warhol generaban en los periodistas una necesidad todavía más extrema de arrancarle buenas declaraciones. Warhol disfrutaba de eso y siempre entendió que “la entrevista es el producto en colaboración del entrevistado y el entrevistador... No puede ser algo espontáneo, aunque debe parecerlo. La entrevista es una de las formas de la retórica distinguida por su origen de colaboración”. Así, cabe pensar que Warhol -con sus respuestas en apariencia banales– funcionaba como una suerte de inspirador del entrevistado, obligándolo a refinar su arte y a tomar nuevas direcciones. En realidad, más que contar, a Warhol le gustaba que le contaran, y abundan los momentos en que los roles se confunden y es Warhol –adicto confeso a cualquier chisme– quien empieza a preguntar. Y le responden, claro.
1966
PREGUNTA: Lo noto nervioso. No tema.
WARHOL: Bueno, no. No es eso. Es sólo que no puedo, ummmmmm. Estoy resfriado. Y no, uh, puedo, uh, pensar en nada. Sería tan agradable si usted me dijera las respuestas para que yo las repita después de las preguntas. Eso sería lo mejor; porque yo siempre estoy tan vacío que no tengo nada que decir. Siempre he sentido que mis palabras surgen de alguna parte a mis espaldas y no de adentro mío. No quiero acercarme mucho a nada o a nadie. No me gusta tocar las cosas. Por eso mi obra está tan distante de mí mismo. Preferiría ser un misterio. Ser una superficie. Porque así veo yo las cosas. Sólo su superficie... ¡Danny, me parece que algo se está quemando! ¡Danny, lo digo en serio! Ah... hola, Paul.
O Warhol repetía las preguntas para que así, con su voz baja y metálica, el periodista fuera plenamente consciente de la estupidez que acababa de emitir. En los ‘60, Bob Dylan también hizo cosas parecidas. Y en los ‘80, el tono de Warhol es fácilmente detectable en las letras de David Byrne para The Talking Heads o en el humor psico-infantiloide de Pee-Wee.
1967
PREGUNTA: ¿Piensa usted que el Pop Art...
WARHOL: No.
P: ¿Qué?
W: No.
P: ¿Cree usted que el Pop Art...
W: No.
Se sabe que Warhol empezó a utilizar un grabador a mediados de los ‘60, cuando se compró uno de los primeros modelos que funcionaban a casete. Enseguida se puso a grabar las entrevistas que le grababan. Otra vez: calcar y copiar. Como una lata de sopa, como una foto de Marilyn. Grabar todo conversando con Sony: como el agente del FBI, Dale Cooper, en la serie Twin Peaks, que le hablaba a su querida y lejana Dasne mientras disfrutaba de una tarta de cerezas y una taza de café.
1968
PREGUNTA: ¿Siente usted que la era de la automatización está llegando mucho más rápido de lo que se pensaba?
WARHOL:Yo siempre he considerado la sustitución del motor de combustión interna por las máquinas automatizadas como un momento muy excitante y un gran logro para la humanidad.
P: Pero, ¿cuál es la esencia de la automatización?
W: No tienes que pensar demasiado.P: ¿Y qué siente por los 35 mil operarios que recientemente perdieron su trabajo al ser reemplazados por máquinas?
W: No me dan pena. Van a tener más tiempo para descansar.
Sí y no son las dos palabras más importantes en el mundo según Warhol, en el show de Andy. Su manejo y repetición, convertidos en trademarks en los que los obsesivos detectaban múltiples significados según sus inflexiones, no son otra cosa que el resultado de un confeso pánico escénico. Contestar rápido y corto y próxima pregunta y cuanto antes se acabe, mejor. Para sorpresa de Warhol, el truco resultó muy divertido. Así que siguió diciendo sí y diciendo no. Y –al ofrecer y obtener una demostración más que una explicación– todos contentos.
1969
PREGUNTA: ¿Tiene usted alguna teoría sobre el cine?
WARHOL: ¿En serio?
P: Teoría.
W: ¿Uh?
P: Teoría.
W: ¿Mejoría?
P: T-e-o-r-í-a.
W: Oh, ¿teoría?
P: Sí.
W: No.
Warhol no leía libros. Leía entrevistas. Su explicación: “Busco ahí cosas que decir en mis entrevistas”. Tampoco iba mucho al cine, aunque consideraba que Perdidos en la noche era un plagio de su cine y que no le hubiera molestado tener un cameo en El ciudadano. Y buscaba ideas en todas partes. En una de sus biografías se recuerda la escena en que, en algún momento de 1971, Warhol se acerca grabadora en mano a uno de los visitantes de The Factory y, al borde de las lágrimas, le pide una trama, algo, con que hacer una película. El visitante le responde que se podría contar la historia de Evita Perón. Candy Darling, la star transformista de The Factory, podría ser Eva. Un musical. Hasta tiene el título de una canción: “Hay un dictador encantador que vive al sur del Ecuador”. Warhol lo mira casi con asco y le dice: “Eres la única persona que conozco a la que le importa América del Sur”.
1970
PREGUNTA: Alguna vez afirmó que le gustaría ser una máquina.
WARHOL: Es que la vida duele tanto... Si pudiésemos convertirnos en máquinas, todo nos dolería menos. Seríamos más felices si estuviéramos programados para ser felices.
P: ¿Por qué se dedica ahora hacer películas? ¿Qué ocurrió para que dejara de pintar?
W: Hacer películas es más fácil.
P: ¿Cuál es su rol, su función, al dirigir un film de Warhol?
W: No lo sé. Intento averiguarlo.
P: ¿Cómo aprendió a filmar?
W: Hace cuatro o cinco años me compré una cámara 16 mm y un trípode. Fuimos de viaje a Hollywood. Y eso hizo que pensara en comprarme una cámara. Entonces aprendí a utilizarla. Todavía estoy aprendiendo. Todavía no hemos hecho lo que se dice una película.
P: No entiendo... Entonces, ¿qué es lo que ha venido haciendo hasta ahora?
W: Sólo filmando lo que sucede.
P: ¿Cuándo fue que hizo su primera película o no-película? ¿Cómo las llamaría si no las considera películas?
W: Depende del tiempo que duran: las tengo largas y cortas.
P: ¿Por qué decidió hacer una película que dura ocho horas llamada Dormir sobre un hombre que duerme?
W: Conocía a esta persona que dormía mucho.
P: ¿Durante el día?
W: No, de noche.
P: ¿Pero acaso no lo hacemos todos?
W: No cuando estás rodeado de personas y las luces están encendidas y hay una cámara rodando.
P: Usted ha dicho: “Me gustan las cosas aburridas”. ¿Cómo puede ser aburrido el entretenimiento?
W: Es como cuando te pones a mirar por la ventana. Es algo que disfrutas. Pero no es necesariamente algo divertido. O sí.
P: ¿Por qué? ¿Porque no puedes predecir lo que va a suceder ni si va a suceder algo?
W: Porque te ayuda a pasar el tiempo.
P: ¿Lo dice en serio?
W: Sí. Uno ve todo el tiempo a gente mirando por la ventana. Yo sí la veo.
P: Pero en la mayoría de los casos son personas que se ven obligadas a estar ahí. Un anciano, o un ama de casa que espera que su hijo llegue de la escuela o su marido del trabajo. Y por lo general están aburridos.
W: No, no creo que sea así.
P: ¿Sus películas son entonces un modo de pasar el tiempo?
W: Sí.
En algún momento a Warhol se le ocurrió editar una revista y supo que su nombre sólo podía ser Interview, y que las entrevistas que se hicieran para sus páginas deberían tener modales absolutamente verité: la transcripción fiel de las cintas, incluyendo exclamaciones, titubeos y silencios. Truman Capote fue uno de los efímeros colaboradores de la revista; las radiaciones que recibió allí el escritor se hacen evidentes cuando se lee el estilo telegráfico y oral de Música para camaleones.
1971
PREGUNTA: ¿Cuáles son sus planes para el futuro?
WARHOL: No hacer nada.
En Holy Terror: Andy Warhol Close Up (1990), Bob Colacello –otro de los felices esclavos de Warhol, autor del que posiblemente sea el mejor y más gracioso de los infinitos libros escritos sobre el artista– narra la génesis y apogeo de esta “revista de celebridades”, y también algunos de los pocos métodos editoriales ortodoxos de Warhol. En una ocasión, cuenta Colacello, se les perdió el texto del final de una entrevista y se quedaron revisando tachos de basura hasta la madrugada. Finalmente, exhaustos, lo encontraron. Cuando, victoriosos, se lo comentaron a Warhol, el artista se limitó a mirarlos muy extrañados y decirles: “La hubieran publicado sin el final. Eso es lo bueno de las entrevistas: pueden terminarse en cualquier parte y en cualquier momento”.
1973
PREGUNTA: En cuanto a su vida privada: ¿practica usted algún deporte?
WARHOL: No. ¡Pero paso la aspiradora!
P: ¿La aspiradora?
W: Sí. Y también lavo los platos. ¡Ése es mi deporte!
P: Pero, ¿no preferiría que lo hiciera otro?
W: ¡Oh, no! Me encanta hacerlo. ¡Me encantaría pasar la aspiradora en el Vaticano! ¿Podría usted ayudarme a conseguir una autorización para hacerlo?P: ¿Cuán seguido pasa la aspiradora?
W: Bueno... La pasé todos los días durante un mes. Ahora no la paso más.
P: En 1968, una persona atentó contra su vida y usted estuvo muy cerca de la muerte. Una experiencia así deja marcas en la gente. ¿Cómo lo afectó a usted?
W: Fue como si estuviera viendo otra película.
P: Pero sufrió heridas muy serias y estuvo internado tres meses. ¿Le ha dejado alguna secuela?
W: Un poco de dolor.
P: ¿Le molestaría que le preguntara exactamente dónde?
W: En todas partes.
P: ¿Afecta esto su trabajo?
W: No.
P: ¿Cambió en algo su visión de la vida?
W: No.
Cuenta Colacello que, en una gira por Alemania –una retrospectiva de las películas de The Factory–, una agresiva periodista berlinesa increpó a Warhol por el modo en que trataba a la mujer en sus films, donde aparecían siempre como estúpidas o vampiresas. Warhol, tartamudeando, se defendió diciendo que “son sólo comedias, no hay que tomárselas en serio”. La periodista insistió: “Mr. Warhol, ¿fue también una comedia cuando Valerie Solanas disparó sobre usted?”. Warhol palideció y dio por terminada la rueda de prensa. Minutos después, Colacello vio cómo Warhol corría y se abalanzaba sobre la periodista y, temiendo un incidente, se acercó a separarlos. Para su asombro, oyó a Warhol diciéndole a la mujer que le encantaría usarla para una de sus películas. “Estuvo usted fantástica... Oh, qué buena que es... No puede negarse”, susurraba Warhol. La periodista lo escuchaba desconcertada y nerviosa. Y, sí: pensándolo.
1975
PREGUNTA: ¿Es usted realmente Andy Warhol o es sólo un invento de mi imaginación?
WARHOL: Supongo.
P: Al leer su libro LA Filosofía de Andy Warhol (De la A a la B), uno tiene la sensación de estar contemplando un vacío...
W: Supongo que siempre fui así. El efecto se hizo más poderoso luego de que me dispararan con un revólver.
P: ¿Cambió en algo luego del intento de asesinato?
W: Sí. Ya no veo a gente imaginativa.
P: Supongo que eso deja afuera a un montón de personas.
W: Sí, a un montón de freaks.
P: ¿Se gusta a sí mismo?
W: No tengo tiempo para pensar en eso.
P: Pero eso es una contradicción: usted ha dicho que gustar equivale a pensar en cosas.
W: Sí. Me gusto a mí mismo.
P: ¿Le gusta que lo entrevisten?
W: No.
P: ¿Por qué?
W: Creo que las personas deberían hacer dos cosas al mismo tiempo. Ser entrevistadas mientras miran televisión, por ejemplo. Creo que los conductores de los noticieros deberían informarnos mientras desayunan o cenan.
P: ¿Por qué?
W: Porque al hacer dos cosas al mismo tiempo haces dos cosas en lugar de una.
En el posfacio de I’ll Be your Mirror, Wayne Koestenbaum define a Warhol como un “artista vocal”, alguien que hacía “cosas raras con los lugares comunes, como Chaplin o Beckett”, alguien “parecido a esos cantantes de standards que deforman la canción hasta volverla irreconocible pero, aun así, fiel”, o uno de esos “idiotas de pueblo con toques de genialidad oracular”.
1977
PREGUNTA: ¿Quién piensa usted que es el artista vivo más grande?
WARHOL: Sigo pensando que es Walt Disney.
P: Está muerto.
W: Ya lo sé, pero lo tienen conservado en plástico, ¿verdad?
P: ¿Ha ido a votar alguna vez?
W: Una, pero me asusté mucho. No podía decidirme por quién votar.
P: ¿Alguna vez se emborracha?
W: Sí.
P: ¿Qué ocurre entonces?
W: Nada. Le prometo a todo el mundo que lo pondré en la portada de Interview.
P: ¿Cree usted en el Sueño Americano?
W: No, pero sí creo que se puede hacer algo de dinero en su nombre.
P: ¿Tiene usted algún mensaje especial que comunicarnos?
W: No. Me encantaría tenerlo. Sería bueno. Pero no.
Entonces Warhol, o la paradoja de alguien que “quería estar solo”, pero al mismo tiempo se nutría de los demás y necesitaba el contacto social. Entonces, claro, la entrevista era la forma perfecta de comer sin mancharse y sin engordar.
1981
PREGUNTA: POPism, su reciente libro, expresa el verdadero sentido de los años ‘60, tanto en lo positivo como lo negativo. Y captura perfectamente la excitación de esa época en la que todo era posible y...
WARHOL: Sí, pero hay un montón de chicos que están viviendo y haciendo lo mismo ahora. Es probable que se repita otra vez. Todo se repite.
Como ya se dijo, los libros de Warhol –es decir: firmados por Warhol, aunque todo libro sobre Warhol también es de Warhol– son la novela basada en conversaciones grabadas en The Factory titulada a (1968), LA Filosofía de Andy Warhol (De la A a la B) (1975), POPism: The Warhol Sixties (1980), y los Diarios (1989). Digo que son complementarios porque el primero es el momento capturado en el instante que ocurre, el segundo es la teoría de ese momento, el tercero es la memoria historicista y sociológica de ese momento y el cuarto es la puesta en marcha de la teoría: la pura acción sin adornos. En este contexto, I’ll Be your Mirror sería una condensación expansiva de todos los anteriores con formato de agujero negro y sónico. Una cápsula temporal que –la verdad sea dicha– no tendría que ser un libro. Tendría que ser un compact-disc. O mejor: un DVD lleno de extras. A Warhol –si hubiera vivido para gozarlos– le habrían encantado los DVDs.
1985
PREGUNTA: En cuanto a los años ‘60...
WARHOL: Oh, no... Todo es mucho más excitante ahora.
P: ¿En qué sentido?
W: Hay más de todo. Los artistas plásticos son las estrellas. Ahora está el video-art, el nightclub-art, el late-night art...
P: Entonces los artistas finalmente están recibiendo el reconocimiento que se merecen.W: No. Lo que tienen es la atención de los medios.
Y revisando viejos e-mails encuentro uno de Roberto Bolaño –parte de una conversación electrónica que tuvimos sobre Warhol para un proyecto de libro sobre “escritores distintos”– en el que se describe una de las entrevistas que aparecen transcriptas en I’ll Be your Mirror. Una filmación en la que Warhol y Burroughs, entre otras cosas, conversan sobre el tamaño de sus respectivos sexos.
BOLAÑO: Yo diría que Warhol es cuentista. Pero a diferencia de Edward Hopper, es un cuentista donde los elementos líricos han desaparecido del todo. Y a propósito de lo que dices de Burroughs, recuerdo un documental o algo así que vi hace tiempo donde aparecen Burroughs y Warhol y una o dos personas más. Creo que se han citado para comer. Han elegido el Chelsea Hotel y allí están, alrededor de una mesa, contemplando los platos con comida, una comida que a juzgar por sus miradas no parece muy apetitosa. Hablan de las cosas que ocurren en Nueva York. En realidad los que hablan son las otras personas. Burroughs los escucha y de tanto en tanto dice algo. Warhol también escucha, pero no dice nada. Sus intervenciones son, digamos, de carácter técnico, sobre la cámara que los filma, sobre la luz, sobre el tipo de película. De vez en cuando dice algo sobre algún antiguo residente del hotel, generalmente un desconocido o, al menos, desconocido para Burroughs, el cual, por otra parte, parece sentirse muy a gusto en compañía de Warhol. El espectador del documental tiene la impresión de que Warhol y Burroughs podrían estar allí durante horas e incluso días, sin moverse de la mesa, hablando de cosas intrascendentes, mordisqueando apenas la comida que está en los platos, perfectamente cómodos en esa situación. Ahí hay dos artistas fríos. O tal vez sería mejor decir dos humoristas fríos. En cuanto a cuál cuadro de Warhol me llevaría a casa, no lo sé, de alguna manera todos tenemos, generalmente sin que lo sepamos, un cuadro de Warhol en casa.
1986
PREGUNTA: ¿Se mira mucho al espejo?
WARHOL: No. Es tan difícil mirarse al espejo.
Tal vez por eso, por esas pocas ganas de mirarse, Warhol –el pintor/personaje por excelencia– todavía no ha merecido película propia y aparece siempre como actor secundario pero decisivo, como descubridor, en las biopics de Basquiat o Valerie Solanas.
Me parece que eso le hubiera gustado a Warhol: que uno se aproximara a él y a lo que fue o dejó de ser como una sombra en la sombra de otro, como una definición con varias opciones, como si se tratara de uno de esos tests multiple choice. Así:
1) Warhol es:
a) Un artista plástico.
b) Un plástico artista.
c) El más falsamente auténtico de los artistas.
d) El más auténticamente falso de los artistas.
e) Un denunciador de la farsa del gran arte y glorificador de la reproducción serial.
f) Sí.
g) No.
h) Gee...
i) Wow.
1987
PREGUNTA: ¿Hay algo que le moleste especialmente?
WARHOL: No. Sí. No. Es decir, no me molesta que la gente robe mis ideas. Pero me pone un poco loco que falsifiquen mis obras y las firmen con mi nombre. No me molesta que las falsifiquen, pero sí me molesta que les pongan mi nombre.
En una de las 37 entrevistas recopiladas en I’ll Be your Mirror, alguien le pregunta a Warhol si piensa que el futuro será “futurístico”. La respuesta es inusualmente larga para alguien muy preocupado por el presente y fallecido en el momento exacto en que este presente empezaba a parecerse demasiado a su atemporal y suspendida visión de las cosas: “No. Siempre deseé que fuera así, pero no lo creo. Supongo que la única manera en que el futuro podría ser futurístico sería si la gente pudiera pasarse la vida sentada, sin hacer nada. De ese modo, las personas tendrían tiempo para pensar en que están vivas sin estarlo y, una vez convencidas de que están muertas pero vivas, bueno, ya no tendrían que hacer nada”.
Warhol –hiperactivo en cámara lenta, dictador amable, seductor de zombies obedientes– dijo aquello de que en el futuro todos serán famosos por quince minutos, entendiendo por fama aquello que “se consigue estando en el sito correcto o en el incorrecto, en el momento exacto o en la peor situación posible”. Por eso, para Warhol, la entrevista ideal –record– no podía durar más de quince minutos. Una mezcla perfecta de lo efímero y lo trascendente. Contestar rápido y corto a las dudas de extraños. Después de eso, stop. Y después de stop, rewind. Y después play. Y después, una vez procesada la conversación, por supuesto, erase, grabando otra cosa encima. Y así todo el tiempo.
Sí.
No.
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