Pese al boom actual de la literatura erótica, la libertad de expresión en materia sexual está hoy amenazada por una serie de tabúes que incluso Cincuenta Sombras de Grey y sus seguidoras deben observar sin cuestionarlos.
Arte de portada original de Karina Vagradova, para 'La mujer que desató el mayor escándalo sexual de todos los tiempos'.
El primero, y más evidente, pide ocultar en toda imagen la partes "vergonzosas"
o "pecaminosas" del cuerpo, que vuelven a incluir las mamas. Eso puede
causar sorpresa e incredulidad en España, que se lleva muy bien con los
pechos femeninos y los exhibe con orgullo en las portadas de Interviú,
en las pantallas de la tele, en los periódicos, en las playas y en los
bares. Desde la península, cuesta entender que, en los Estados Unidos,
un seno destapado durante medio segundo, aun con el pezón cubierto, le
causara a Janet Jackson un bombardeo de críticas airadas, denuncias y multas.
Descubrí la nueva vigencia de este tabú cuando Amazon me pidió que cambiara la portada de mi novela La mujer que desató el mayor escándalo sexual de todos los tiempos para no censurarla en las búsquedas. El problema era que el diseño estaba basado en el cuadro de la pintora Karina Vagradova que abre este post, en el que -como véis- aparecen dos mujeres semidesnudas.
No me valió de nada protestar, con firme cortesía, y argumentar que
se trataba de una obra de arte y que por la misma regla de tres se
deberían considerar obscenas La maja desnuda o la Venus
de Botticelli. Al final, cedí y cambié la portada usando solo un
detalle de un rostro del mismo cuadro, que en todo caso se adapta muy
bien al libro.
'La Maja desnuda' (1795-1800) de Goya.
Recientemente, me tuve que enfrentar también a una censura más
radical sobre el contenido: Booktango, una de las mayores empresas
distribuidoras de libros electrónicos del mundo anglosajón, rechazó
comercializar la edición inglesa de mi novela por considerarla
"pornográfica". Acababa de chocar con el tabú de la pornografía con una
obra de ficción que no contiene ninguna imagen gráfica. Para justificar
su decisión, Booktango puntualiza que ellos distribuyen novelas
eróticas, pero ninguna es tan explícita como la mía. Lo irónico es que,
aun con su contenido sexual, mi obra es una distopía "que transmite,
ante todo, mucho amor".
Afortunadamente, la competencia de Booktango, Smashwords, sí ha
aceptado distribuir mi novela, así es que, de momento, me he librado
también de esta forma de censura sin tener que hacer ningún cambio.
'El nacimiento de Venus' (1484), de Botticelli
Lo preocupante es que las directivas sobre contendido de Amazon y de
las otras grandes librerías anglosajonas también incluyen la prohibición de la pornografía y, por lo visto, lo que cabe en tal categoría no está bien definido. Así, incluso una novela de ficción que ya está publicada puede caer en desgracia de un día para otro, si alguien la denuncia.
De hecho, esto es lo que les ocurrió recientemente a otros autores:
todo empezó el pasado 9 de octubre, día en que apareció un artículo en
la revista inglesa The Kernel
acusó a una serie de autores del género erótico de promover la
violación, el incesto, la pedofilia y la zoofilia, criticando a Amazon
por lucrarse con sus ventas.
Pocos días después, la BBC sugirió que Amazon podía tener problemas
legales en Gran Bretaña por no tener un filtro sobre el contenido para
adultos. Eso provocó que algunos de los mayores portales de venta de
libros electrónicos en Gran Bretaña, incluyendo Amazon, eliminaran sin
ningún preaviso algunos títulos de sus catálogos, junto con muchas otras
novelas eróticas e incluso de otros géneros.
Muchos libros 'inocentes' han desaparecido, al menos por un tiempo, como efecto colateral de esta nueva caza de brujas.
Además, en los casos en que sí aparecían violaciones, incesto,
pedofilia o zoofilia, tampoco está claro que el propósito fuera, en
todos los casos, promover esas conductas en la realidad. De otra manera,
todas las ficciones policíacas que hablan de asesinatos deberían estar
prohibidas.
El resultado es que se está imponiendo un estándar de ficción
'sexualmente correcta'. Ahora que la fortuna de un libro se determina en
internet, y las mayores librerías online son anglosajonas, ese
estándar y los tabúes que implica van penetrando poco a poco también en
el resto del mundo, incluida España. Y vuelven los tiempos de la
censura y las hojas de parra.
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