jueves, 23 de diciembre de 2010

Entrevista a Joe Strummer







Joe Strummer vivia en Sommerset, oeste de Inglaterra. Un lugar famoso por la destilación de sidra. Por esos días, el único ex Clash activo en la música. El bajista Paul Simomon es ahora pintor abstracto; el baterista Topper Headon se recupera de su adicción a la heroína a los tumbos y Mick Jones, cantante y guitarrista como Strummer, ensaya una carrera como director de videos. La banda, una de las pioneras en la escena punk inglesa, siempre tuvo un estilo particular, en el que se mezclaban apelaciones a la guerrilla latinoamericana y ritmos del tercer mundo. La influencia de su música puede encontrarse desde Mano Negra (la banda que lideraba Manu Chao, confeso admirador de The Clash) a los Fabulosos Cadillacs (en vivo solían versionar el tema Guns of Brixton), de Living Colour (en Buenos Aires tocaron Should I Stay or Should I Go) a Todos Tus Muertos (hacían Janie Jones).

Suena raro que un hombre como él, de inspiración urbana, viva en el campo con su mujer y sus hijas (tiene tres, de dos matrimonios). El lo explica así: “Se le ocurrió a mi primera mujer cuando nuestros hijos eran muy pequeños. Fue hace quince años cuando dejamos Londres y empezamos a escapar hacia el oeste. Cada vez que nos mudábamos, siempre nos alejábamos un poquito más de Londres.”



- ¿No necesita ya la ciudad para componer?
- Sí, es necesario alimentarse de eso. Mis grabaciones suceden siempre en Londres y ahí obtengo la inspiración.

- ¿Tiene idea de la influencia que The Clash ha tenido en el rock argentino?
- Durante todos estos años siempre me llegaron noticias de eso. Sé que fuimos muy populares en Sudamerica.

- Más aún, han inspirado a gran parte de la generación latina de los 80 para hacer música. ¿Escuchó a Manu Chao, por ejemplo?
- Sí, acabo de comprar su segundo disco. Es muy bueno, me gustó también el primero. En 1988, mientras él estaba en Mano Negra, tocamos seis veces juntos y lo conozco muy bien. Somos casi amigos.

- ¿Qué hay detrás del titulo Global Go Go, su último disco, cuál es la idea?
- Decir que estamos en un mismo planeta y nos las tenemos que arreglar. Todo lo que hagamos nos afecta y no hay dónde escapar, nos guste o no.

- ¿Qué piensa de los movimientos antiglobalización?
- Están haciendo una contribución muy importante. No tenemos idea de cómo combatir las corporaciones, porque ellas compran los gobiernos y qué puede hacer la democracia frente a eso. Nada. Y eso es algo a lo que nos acostumbramos o tomamos la decisión de combatir.

- Usted recurría mucho al comentario político cuando escribía para The Clash. ¿Le sigue interesando ese punto de vista?
- No, ya no tanto. Estoy más interesado en el mundo de la psicodelia que en el mundo de la política. El modo en que trabaja la mente, a eso me refiero. Dónde mierda está el alma de algo, qué significa la vida después de todo.

- ¿Leyó el libro No Logo (Naomi Klein), que los movimientos antiglobalizacion reinvindican como bandera?
- Sí, es lo más interesante que leí en años. Ese libro suena como la música que hacíamos con The Clash en los setenta.

- Si bien su música toca diferentes estilos, el reggae sigue siendo el corazón de su disco. ¿Esa es la música que le cambió la vida?
- Sí, es así. Cuando apareció era algo tan diferente a lo que yo venía escuchando desde el blues de Chicago a los Beatles o los Stones. El reggae nos mató a todos porque era en inglés y podíamos entender esas letras. Nos marcó definitivamente.

- Con Sandinista, The Clash llevó la problemática de la guerrilla latinoamericana a la música pop. ¿Fue un interés suyo particular de ese disco o le sigue interesando?
- Estábamos interesados en cualquier cosa que los diarios no nos contaran. Eramos muy curiosos, no desde lo intelectual, pero sí desde la intuición. Era una revolución llevada a cabo por gente muy joven y nadie en Europa quería contar nada. Para nosotros eran buenas noticias, quisimos contárserlo a los chicos ingleses.

- Entonces se hablaba de los Clash como de un grupo de izquierda con guitarras. ¿Se siente todavía un hombre de izquierda?
- Sí, sigo siendo un tipo de izquierda, aunque el partido laborista inglés haya alienado a toda la población con sus estrategias. Son más de derecha que lo que la derecha solía ser.

- A partir del segundo álbum, The Clash dejo traslucir una fuerte influencia latina. ¿Tuvo que ver su vida en España con eso?
- Mi padre trabajaba en el servicio exterior y cuando era chico viví en México, a finales de los cincuenta. Cuando eres muy pequeño la música se apodera de vos. Y eso se te pega para siempre. Llevo México en mis oídos. De ahí viene todo.

- ¿Por qué no se reúne The Clash?
- No tengo la respuesta para eso. Tal vez las ideas que teníamos llegaron a un final natural. No todos los grupos fueron hechos para siempre.

- ¿Ha recibido buenas ofertas de dinero para reunir al grupo?
- Sí. Probablemente dos o tres. Muy buena plata realmente. La dejé pasar.

- Cada vez que surge algo nuevo, desde el rap a Napster, se dice que estamos frente al nuevo punk. ¿Usted dónde lo encuentra?
- Si yo tuviera 16 años ahora mismo estaría haciendo música house con mi computadora sin control ni dependencia de ninguna discográfica. Ese uso de la tecnología es lo más parecido a lo que nosotros hicimos con el rock hace 25 años.

- Estuvo casi diez años en silencio. ¿Qué lo llevo a dejar la música y a volver después?
- Tuve que dejar todo antes de incendiarme. Tenía la necesidad de hacer un largo silencio después de The Clash. Ahora me siento bien de la cabeza y el cuerpo y por fin he dado con la gente correcta para la música que quería hacer. No quería convertirme en una isla, necesitaba un grupo.

- ¿Cómo es su relación actual con el resto de The Clash?
- Muy buena. Nos vemos seguido. Hace poco nos encontramos a cenar en Londres. La sociedad de compositores de Londres nos premió por nuestra contribución a la música cantada en inglés. Tardaron veinte años en darse cuenta. Antes, nos llevaban presos por hacerlo.

- ¿Cómo son sus shows en vivo? ¿Toca canciones de The Clash?
- Por supuesto. Tengo que mostrar todas las partes de mi historia. Pero trato de tocar las canciones que nunca hicimos en vivo con The Clash, quiero evitar los hits.

- ¿Pero hace las canciones que cantaba usted o las que cantaba Mick Jones?
- No, canto las mías (ja, ja, ja). Alguna vez hice un cover de Big Audio Dynamite, la banda de él, como una broma, claro.






Sex Pistols y Ramones

Para algunos era como el River-Boca del punk rock. The Clash versus The Sex Pistols, los dos grupos más grandes del punk rock inglés y, junto con los estadounidenses Ramones, las tres bandas de ese estilo más importantes del mundo.

Pero para Strummer, esa rivalidad nunca existió. “Cuando los Sex Pistols se reunieron en Europa, yo estaba de gira y no pude verlos. Pero me puso muy feliz que les pagaran algo, porque ellos fueron los que empezaron todo. Los que empiezan algo nunca son recompensados. Para mí, fue un acto de justicia más allá de lo artístico. No les pagaban nada en su momento”, dice.

En la comparación entre unos y otros, Strummer opina que “Nosotros duramos un poco más. Y vendimos más discos que ellos. Pero no tantos como los que se venden hoy. Nada en comparación con lo que venden Offspring y todos esos grupos.”

- ¿No cree que los Pistols, con su gira Lucro sucio, terminaron haciendo lo que criticaban al rock?
- No importa. Eran mis amigos. Yo defiendo a mis amigos.

- ¿Siguen siéndolo?
- No John Lydon (el cantante). Pero sí veo seguido a Steve Jones, Glen Matlock y Paul Cook. Buenos tipos.

Strummer recuerda también a Joey Ramone, el cantante que murió este año. “Fue terrible. Yo ni siquiera estaba enterado de su enfermedad, así que fue shockeante por partida doble. No puedo ni siquiera aceptarlo. Para mí los Ramones fueron hechos para durar toda la vida. Me niego a aceptar esa realidad. Los ví cuando debutaron en Londres. Fue increíble. Duró menos de media hora. Una bomba nuclear.”

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