lunes, 2 de diciembre de 2013
René Char y nosotros
Marie-Claude Char me telefonea alborozada: “¡Gallimard decidió publicarlo!”. Y yo, tan exaltado como ella, me sentí parte de un milagro.
La célebre editorial lanza en París la correspondencia, hasta hoy inédita, que el gran poeta francés René Char (1907-1988) sostuvo entre 1952 y 1982 con nuestro Raúl Gustavo Aguirre (1927-1983), fundador y director de la revista de vanguardia Poesía Buenos Aires, que entre 1950 y 1960 lanzó una treintena de números y otros tantos títulos publicados.
En octubre Marie-Claude vino a Buenos Aires para rememorar aquel n.º 11-12 (1953) de Poesía Buenos Aires, obra de Aguirre, que constituye la primera versión de Char al castellano. Ella tenía todas las cartas de Raúl. Me preguntó por las de Char y me ocupé. Parecía imposible. Pero finalmente se produjo. Primero de a una y luego en grupos, fui descubriendo copias digitales.
Así como iban apareciendo, las enviaba a Marie-Claude. Ella estaba tan conmovida como yo. Gracias a su fidelidad y devoción, Gallimard ya prepara la primera edición de esa correspondencia invalorable, a la cual me pidieron que prologara, y que será presentada en el Salón del Libro de París, del 21 al 24 de marzo, dedicado a la Argentina.
Quien sepa aprovechar la escrupulosa bibliografía que culmina las Obras completas de René Char, bellamente editadas por Gallimard para su Bibliothèque de la Pléiade, acaso encuentre llamativo advertir que su primera traducción al castellano es del argentino Raúl Gustavo Aguirre, en el nº 11-12 (1953) de su revista Poesía Buenos Aires. Menos sorpresivo es que, tras figurar apenas en una selección colectiva de Madrid, el primer libro individual de Char en nuestro idioma también fuera traducido por Aguirre (1968).
Para mí, en cambio, los nombres de Raúl Gustavo Aguirre y de Poesía Buenos Aires, junto al de René Char, son algo muy personal, se unen directamente con mi vida ya que, en plena adolescencia, me vi convertido en el miembro más joven de la publicación.
Poesía Buenos Aires mantuvo su criterio central: “La abierta rebelión contra los supuestos formales de la poesía, contra las maneras tenidas por prestigiosas, contra las convenciones literarias” pero sin incurrir en nuevos dogmas. Al cerrar el n,º 25 (1957), Aguirre reitera: “Ninguna fórmula, ninguna receta, en conclusión, queda de todos estos años. Una vez más hay que decirlo: no sabemos qué es la poesía y, mucho menos, cómo se hace un poema”.
Característica esencial de Poesía Buenos Aires fue su carencia de astucia o complacencia, el desdén por la mal llamada “vida literaria”. De no ser convicción íntegra, ¿cómo explicar que, a diferencia de tantos, Aguirre ni pensó en obtener el más mínimo “provecho” exhibiendo su contacto con Char? ¿Cómo no admirar que lo mantuvo celosamente oculto incluso para nosotros, sus íntimos? En una carta de 1954, Raúl agradece a Char la lectura de sus poemas, que jamás reveló.
Esa correspondencia honra sin duda a ambos. Al gran poeta, porque lo confirma en su altura despojada, en su esencial fraternidad. Al joven, porque lo desnuda en su fervor y discreción. Y un poco a todos, si somos dignos de advertirlo. Y a la joven revista austral, libre y rebelde como ellos. Y a la misma poesía, que los unió y nos une.
por Rodolfo Alonso
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