Histórico opositor del establishment de su país, el escritor sigue a los
81 años activamente en contra de aventuras como la guerra de Irak. Con
su habitual estilo irónico y fantástico –el que recorre sus libros como
Desayuno de Campeones o Matadero Cinco–, Vonnegut escribió este
comentario sobre el poder, la piedad y el interés, en el marco de la
América de Bush.
Hace muchos años, yo era tan inocente que todavía creía posible que
pudiéramos convertirnos en la humana y razonable América con la que
tantos miembros de mi generación soñábamos. Soñamos con esa América
durante la Gran Depresión, cuando no había trabajo. Y luego luchamos y
muchas veces morimos por ese sueño durante la Segunda Guerra Mundial,
cuando no había paz. Pero ahora sé que no hay la menor chance de que
América sea humana y razonable. Porque el poder nos corrompe y el poder
absoluto corrompe absolutamente. Los seres humanos somos chimpancés que
se emborrachan con el poder. Al decir que nuestros líderes son
chimpancés borrachos, ¿me arriesgo a bajar la moral de nuestros soldados
que pelean y mueren en Medio Oriente? Su moral, como tantos de sus
cuerpos, ya está perforada a balazos. Ellos están siendo tratados, como
yo nunca lo fui, como los juguetes de Navidad de un chico rico.
Cuando se llega a mi edad, si se llega a mi edad, que son los 81 años, y
si uno se reprodujo, uno se encuentra preguntándoles cosas a sus hijos,
que ya están en la mediana edad, sobre el sentido de la vida. Yo tengo
siete hijos, cuatro de ellos adoptados.
Muchos de los que lean esto deben tener la edad de mis nietos. Ellos
también están siendo principescamente jodidos por los de mediana edad en
el gobierno y las corporaciones.
Le hice mi gran pregunta sobre la vida a mi hijo biológico Mark. Mark es
pediatra y autor de un libro de memorias, El Expreso Edén. El libro
trata sobre su brote, su camisa de fuerza y su celda acolchada, de las
que volvió lo suficiente como para terminar la Escuela de Medicina de
Harvard.
Esto lo que el doctor Vonnegut le dijo a su papá que se babea: “Padre,
estamos aquí para ayudarnos mutuamente a pasar por esto, sea lo que esto
sea”. Y yo se los cuento a ustedes. Anótenlo, pónganlo en sus
computadoras, así pueden olvidárselo. Yo tengo que decir que es una muy
buena frase, casi tan buena como eso de “tratar a los demás como
queremos que nos traten a nosotros”. Mucha gente piensa que Jesús dijo
eso, porque es el tipo de cosas que Jesús solía decir. Pero de hecho lo
dijo Confucio, el filósofo chino, 500 años antes de que existiera el
mejor y más humano de los humanos, Jesucristo.
Los chinos también nos dieron, vía Marco Polo, la pasta y la fórmula de
la pólvora. Los chinos son tan tontos que sólo usaron la pólvora para
hacer petardos. Y todo el mundo en ese entonces era tan tonto que nadie
en ningún hemisferio sabía que existía el otro.
Pero volvamos a los que, como Confucio y Jesús y mi hijo Mark, el
médico, que dijeron cómo podemos portarnos más humanamente y tal vez
hacer del mundo un lugar menos doloroso. Uno de mis favoritos es Eugene
Debs, de Terre Haute, en mi estado nativo de Indiana. Escuchen esto:
Eugene Debs, que se murió en 1926, cuando yo tenía apenas 4 años, fue
candidato a presidente cinco veces por el Partido Socialista, ganando
900.000 votos, 6 por ciento del electorado, en 1912, si es que se puede
imaginarse una cosa así. Mientras hacía campaña, decía cosas como éstas:
Mientras exista la clase baja, yo soy de esa clase.
Mientras exista el elemento criminal, yo soy uno.
Mientras exista un alma en prisión, yo no soy libre.
¿No te hace vomitar todo lo socialista? ¿Como las escuelas públicas o los hospitales gratuitos?
¿Y qué hay con el Sermón de la Montaña de Jesús, las Beatitudes?:
Benditos sean los débiles, porque ellos heredarán la Tierra. Benditos sean los que perdonan, porque serán perdonados.
Benditos sean los mansos, porque serán llamados hijos de Dios.
No es exactamente una plataforma republicana. No es cosa de Donald Rumsfeld o Dick Cheney.
Por alguna razón, los cristianos más ruidosos nunca mencionan las
Beatitudes. Pero, a veces con lágrimas en los ojos, exigen que se
cuelguen los diez mandamientos en las escuelas. Y por supuesto, eso es
de Moisés, no de Jesús. Nunca oí a ninguno demandar que se cuelgue el
Sermón de la Montaña en ninguna parte.
¿Benditos los que perdonan en un tribunal? ¿Benditos los mansos en el Pentágono? Dejate de jorobar...
Hay una falla trágica en nuestra preciosa constitución, y no sé cómo
puede arreglarse. Es esta: sólo un loco querría ser presidente. Pero, si
uno lo piensa, sólo un loco querría ser un ser humano, si él o ella
pudiera elegir. ¡Somos animales tan traicioneros, indignos de confianza,
mentirosos y ambiciosos!
Yo nací como un ser humano en 1922 DC. ¿Qué quiere decir DC? Son letras
que recuerdan a un paciente de este asilo de lunáticos llamado Tierra
que fue clavado a una cruz de madera por un otros pacientes. Cuando
todavía estaba consiente, le clavaron bulones en las muñecas y en los
pies. Luego levantaron la cruz para que colgara y hasta el más petiso en
la multitud pudiera verlo retorcerse para acá y para allá. ¿Pueden
imaginarse a alguien haciéndole eso a alguien?
No hay problema. Es un espectáculo. Pregunten al devoto católico Mel
Gibson quien, en un acto de piedad, acaba de hacer una fortuna con una
película sobre cómo Jesús fue torturado. No importa lo que Jesús halla
dicho.
El rey Enrique octavo, fundador de la Iglesia anglicana, hizo hervir
vivo en público a un falsificador. Nuevamente, un espectáculo. Mel
Gibson debería filmar El Falsificador. Nuevos records de recaudación a
quebrar.
Una de las cosas buenas de la era moderna: si se muere horrendamente en pantalla, no se muere en vano. Será entretenimiento.
¿Qué dijo el gran historiador británico Edward Gibbon, 1737-1794, sobre
la historia de la humanidad? Dijo: “La historia es de hecho poco más que
el registro de los crímenes, estupideces y errores de la humanidad”.
Lo mismo se puede decir del diario de hoy.
El escritor franco-argelino Albert Camus, que ganó el Nobel de
Literatura en 1957, escribió que “sólo existe una cuestión filosófica
seria, el suicidio”.
Y aquí va otra carga de carcajadas de la literatura. Camus se mató en un accidente de tránsito. ¿Sus fechas? 1913-1960 DC.
Escuchen. Toda la gran literatura es sobre qué feo es ser un ser humano:
Moby Dick, Huckleberry Finn, La roja insignia del coraje, La Ilíada, La
Odisea, Crimen y castigo, la Biblia, La carga de la Brigada Ligera.
Pero hay algo que puedo decir en defensa de la humanidad: en todas las
eras de la historia, incluído el jardín del Edén, nadie pidió venir. Y,
excepto en el jardín del Edén, ya estaban en marcha todos estos
jueguitos locos que te hacen volverte loco hasta si no estabas loco de
arranque. Algunos de los jueguitos que ya estaban en marcha cuando
llegaste eran el amor y el odio, el progresismo y el conservadurismo,
coches y tarjetas de crédito, golf y básquetbol femenino.
Peor que el golf, sin embargo, es la moderna política norteamericana,
donde, gracias a la televisión y para la televisión, uno puede ser
solamente uno de dos tipos de ser humano, un progresista o un
conservador. De hecho, lo mismo le ocurría al pueblo inglés hace
generaciones y Sir William Gilbert, del radical equipo de Gilbert y
Sullivan, le puso estas palabras a una canción de esa época:
Muchas veces pienso que es cómico
Cómo la naturaleza establece
Que cada chica y cada chico
Que en este mundo con vida nace
Sea un pequeño progre
O si no un pequeño conserva.
¿Y uno cuál es? ¿Es una ley natural que uno tenga que ser uno u otro? Si
uno no es uno u otro, para todos los efectos prácticos podrías ser una
medialuna.
Por si alguno no se puede decidir, una ayuda:
Si querés sacarme mi arma, estás por matar fetos, te encanta que se
casen los homosexuales y querés regalarles electrodomésticos, y estás
con los pobres, sos un progresista.
Si estás contra todas estas perversiones y a favor de los ricos, sos un conservador.
¿No es simple?
Mi gobierno está en guerra con las drogas. Pero miren esto: las dos más
difundidas y adictivas y destructivas de todas las substancias son
perfectamente legales.
Una, por supuesto, es el alcohol etileno. Y el presidente George W.
Bush, nada menos, y por su propia confesión, estuvo en dope y mamado y
en copas desde los 16 hasta los 41. Cuando cumplió 41, contó él, se le
apareció Jesús y le hizo soltar el frasco y dejar de tomar removedor.
Otros borrachos ven elefantes rosa.
¿Saben por qué creo que está tan enojado con los árabes? Porque
inventaron el álgebra. Los árabes inventaron los números que usamos,
incluyendo un símbolo para la nada, lo que nadie había hecho hasta
entonces. ¿Creés que los árabes son boludos? Tratá de hacer una división
con números romanos.
Estamos llevándoles la democracia, ¿no? Como los exploradores europeos
trajeron el cristianismo a los indios, los que ahora llamamos pobladores
originarios. ¡Qué desagradecidos que fueron! ¡Qué desagradecidos son
los habitantes de Bagdad de hoy! Démosle otra rebaja impositiva a los
super ricos. Eso le va a enseñar a Bin Laden una lección que no se va a
olvidar. Viva el Jefe.
Ese Jefe y sus cohortes tienen tan poco que ver con la democracia como
los europeos con el cristianismo. Nos el pueblo no tenemos ninguna
influencia en lo que ellos decidan hacer. Por si no se dieron cuenta, ya
se limpiaron el Tesoro y se lo pasaron a sus amigos en el negocio de la
guerra y la seguridad nacional, dejando a su generación y a la próxima
con una deuda perfectamene inmensa que ustedes tendrán que pagar.
Nadie dijo ni pío cuando lo hicieron porque habían desconectado cada
alarma antirrobo de la Constitución: Diputados, el Senado, la Corte, el
FBI, la prensa (que se olvidó de sus libertades) y Nos el Pueblo.
Sobre mi propia historia con el abuso de substancias foráneas. Fui un
cobarde con la heroína y la cocaína y el ácido y todo eso, con miedo de
que me hicieran volcar. Una vez me fumé un porro de marihuana con Jerry
García y los Grateful Dead, para ser sociable. No pareció hacerme
efecto, y nunca más probé. Y, por gracia de Dios o por lo que sea, no
soy un alcohólico, que es realmente una cuestión de genes. Me tomo un
par detanto en tanto, como voy a hacer esta noche. Pero ese es mi
límite. No hay problema.
Por supuesto soy famosamente adicto a los cigarrillos. Vivo esperando que me maten. Fuego en una punta y un tonto en la otra.
Pero les voy a decir una cosa: una vez tuve un trip que ni el crack lo
empata. Fue cuando saqué el registro. Cuidado, mundo, aquí viene Kurt
Vonnegut.
Y mi coche de entonces, que recuerdo era un Studebaker, era impulsado,
como lo son casi todos los medios de transporte y mucha maquinaria de
hoy, y las plantas eléctricas y los hornos, con la más difundida y
adictiva y destructiva de las drogas, el combustible fósil.
Cuando ustedes llegaron, hasta cuando yo llegué, el mundo
industrializado ya estaba totalmente dopado con combustible fósil, pero
pronto se va a acabar. En seco.
¿Puedo decirles la verdad? Quiero decir, esto no es un noticiero ¿no?
Esto es lo que pienso de verdad: que todos somos adictos al combustible
fósil que lo negamos y estamos por tener que parar en seco.
Y como tantos adictos que están por parar en seco, nuestros líderes
están cometiendo todo tipo de crímenes violentos para conseguir lo que
queda de la droga que los tiene agarrados.
(Kurt Vonnegut nació en Indianápolis en 1922, hijo de un célebre
arquitecto. Combatió como soldado raso en la Segunda Guerra Mundial y
fue capturado por los alemanes. Su carrera como novelista se inicia con
La Pianola y abarca títulos como Las sirenas de Titán, Desayuno de
Campeones y Buena Puntería. Sus muchos ensayos y piezas políticas fueron
recogidos en casi una decena de libros. Vonnegut vive hace décadas en
el barrio de Turtle Bay, en Manhattan.)
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