viernes, 7 de febrero de 2014

Robert Crumb: «No estoy loco, pero ando al límite»

Padre del cómic underground y creador del gato Fritz


 


Si tuviéramos que seleccionar los nombres de cinco artistas indispensables de la historia del cómic, Robert Crumb (Filadelfia, 1943), indiscutiblemente, estaría entre los elegidos. Es el mayor representante de la historieta en su vertiente más independiente, padre del gato Fritz, Mr. Natural, Mr. Snoid y tantos otros personajes ácidos y entrañables. Rey del tebeo underground, símbolo de la contracultura americana de finales de los 60, la obra de Crumb atrae a todo tipo de lectores. «Hay gente que toma mi trabajo demasiado en serio», suele recalcar. «Y cuanto más en serio me toman, más dinero gano».


Robert Crumb: «No estoy loco, pero ando al límite»
robert crumb
Portada de un tebeo de «El gato Fritz»




–Ha recibido un premio a toda su carrera que otorga un festival dedicado a la literatura y el arte, no al cómic directamente. ¿Cómo lo ve?
–Estoy muy agradecido. Además, viene con una dotación económica, ¿qué más puedo pedir? No soy rico pero no me va nada mal…


–Tras publicar su última gran obra, «Génesis» (2009), comentó que había acabado extenuado. Incluso se le pasó por la cabeza dejar de dibujar…
–Seguí dibujando, pero no he vuelto a meterme en un proyecto tan grande desde entonces. Sigo siendo popular, afortunadamente, y hay personas que me hacen encargos más sencillos.


–La lió con su traslación del Antiguo Testamento a las viñetas, y eso que no cambió ni una coma del texto original.
–Fui respetuoso, pero algunos creen que la Biblia es intocable. No busqué la parodia, quise plasmar el texto fielmente. Es imposible no ofender a aquellos que quieren ser ofendidos.


–Suele comentar que es un tipo espiritual, que no duda de la existencia de Dios, simplemente no sabe quién es…
–Es cierto. Me suelo definir como una persona gnóstica. El gnóstico tiende a pensar que hay un orden más grande en el universo que no somos capaces de entender. El gnóstico busca y no cree hasta que lo encuentra. Todo cobra más sentido y es más beneficioso. Ya no me preocupa tanto la muerte, es terrible vivir angustiado pensando en ella.





–¿Cómo es su manera de trabajar frente a la hoja en blanco?
–Es imposible de describir. La parte técnica empieza con el lápiz. Tardo mucho más en dibujar ahora, pero es más espontáneo. Más lento el proceso, pero menos encorsetado. Creo que mi dibujo ha mejorado con el tiempo, como siguen mejorando mis capacidades técnicas. Más exacto, más soltura… 


–¿Qué es para usted el underground?
–Meterte en problemas. Significa hacer cosas en contra del sistema. Es algo que no siempre aprecia la gente, es para una minoría. Ser políticamente incorrecto suele implicar ser crítico, cuestionar lo que nos rodea. Ahora nos venden un humor muy descafeinado.


–Es considerado uno de los nombres esenciales de la historia del cómic. ¿Imaginó algo así en sus comienzos?
–Cuando tenía trece años quería ser un dibujante de cómics profesional, pero pronto asumí que iba a tener que vivir de dibujar tebeos mainstream. No había alternativas en esa época. A los 18 años me fui convirtiendo en un outsider, una persona alienada más de la sociedad, y ya no me veía trabajando en la industria. Empecé a dibujar para el disfrute personal, sin pensar en el aspecto comercial. A finales de los sesenta, cuando el movimiento hippie y el underground empezaron, y comenzaron a publicarme dibujos e historietas, mis cómics llegaron a las personas que seguían esa tendencia, por lo que empecé a dibujar para esa gente, en tiradas cortas que vendían lo suficiente para que yo pudiera vivir de ello.


–Trabajaba con libertad...
–¡Total! Dibujaba sin limitación de ningún tipo, nadie me decía que no podía dibujar algo. Me parecía un milagro. Mis seguidores nunca fueron tantos… Tampoco me estaba haciendo rico. En los 80 y 90 ya podía vivir bien, incluso comprarme una casa en el sur de Francia. Y es cierto que no llego solo al lector habitual de cómics. Esta gente tiende más a leer historias de superhéroes, pero hay siempre una minoría que busca cómics más interesantes. Hay cómics menos comerciales que tienen su nicho, pero nadie se hace rico dibujando ese tipo de cómics. Son verdaderos entusiastas.


–Se dibuja a sí mismo en muchas de sus historietas. ¿Le resulta una manera ideal para expresarse?
–La mejor manera de expresar las ideas de uno es ser honesto y directo. A veces no sabes cómo poner tus ideas y tus expresiones en la boca de otro personaje. 




–El humor siempre ha estado presente en su obra. ¿Esencial para que pese menos la vida?
–El humor es muy importante. No podría ser serio en nada de lo que hago. Incluso si dibujara versiones de textos de Sartre, le sacaría la sutil ironía que tiene detrás de su obra. 


–Es célebre su frase «I’m an outsider. I will always be an outsider». ¿Sigue pensando así?
–Siempre me he considerado un tipo extraño, hay algo en mi sistema nervioso que lo hace raro. No estoy loco, pero sí ando en el límite.


–¿Por qué dejó América?
–América está cada vez peor, pero fue más por la insistencia de mi mujer. Al final la dejé que se saliera con la suya y acabé despertando en Francia. Me gusta este país. La gente es más humana.

 

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